La “uberización del campo” está cambiando las reglas del juego. Ahora, los grandes fondos de inversión están invirtiendo en el campo y con ello, están desplazando a los agricultores tradicionales, precarizando el sector y concentrando la tierra y los beneficios que esta genera. En este post te contamos en qué consiste este fenómeno y en los impactos que ya está ocasionando.

La llegada de los grandes fondos de inversión

En los últimos años centenares de fondos de inversión han puesto sus ojos en España, sin embargo, en lugar de invertir en el ladrillo de las grandes ciudades estos fondos se están dedicando a comprar miles de hectáreas de terrenos rurales de manera masiva.

El motivo de este movimiento no es casual. La alta rentabilidad de algunos cultivos como el olivo, el aguacate o el pistacho atrae a estos inversores. El bajo precio por hectárea, comparado con el de otros países, también hace que se lancen a adquirir terrenos aquí.

Otro punto que tienen en cuenta a la hora de invertir es el acceso a las grandes sumas de dinero público que pueden recibir los propietarios de estos terrenos a través de las subvenciones agrícolas de la PAC.

Además, el rápido crecimiento de la población y la necesidad básica de alimentarse es una apuesta estable. Un valor refugio en tiempos de incertidumbre donde crisis como las provocadas por el cambio climático pueden hacer que los precios de los alimentos se disparen.

Concentración de tierras (y dinero) en pocas manos

Para los pequeños y medianos productores que llevan toda la vida trabajando la tierra, la llegada de estos gigantes tiene grandes repercusiones.

Los grandes fondos tienen muchos más medios económicos con los que comprar hectáreas. Este aumento de la demanda de tierras hace que suban los precios, por lo que si un agricultor pequeño ya tenía dificultades para adquirir un terreno ahora la dificultad será cada vez mayor.

Además, también tienen más capital para invertir en sus tierras. Apuestan por un modelo donde sobredimensionan las explotaciones para reducir los gastos, por una producción intensiva y mecanizada que apenas necesita mano de obra y por cultivos de regadío que acaparan gran parte del agua de las comarcas donde se instalan.

Ante todo esto, un pequeño o mediano agricultor no puede competir. Y por si fuera poco, estos se encuentran en medio de otros dos gigantes: el de las empresas que producen los insumos necesarios para producir alimentos (que también están subiendo de precio y cuyo mercado también se está convirtiendo en un oligopolio) y el de los grandes grupos de distribución que les dictan a qué precio tienen que vender lo que producen.

¿El resultado? 👉 Cifras récord en el agro, mientras miles de explotaciones tradicionales tienen que cerrar. Hay más producción, pero menos explotaciones. La tierra y los beneficios se concentran en menos manos. La brecha entre los grandes productores y el resto se agranda.

Foto de André Ulysses De Salis para Pexels

Entonces, ¿Qué es la uberización del campo?

La uberización del campo es un proceso en el que los agricultores se ven obligados a abandonar las tierras que trabajan y donde estos pasan de ser los propietarios de las mismas a ser asalariados de las grandes corporaciones agroalimentarias que las acaparan.

Este proceso de industrialización del sector primario a largo plazo nos lleva a un sistema alimentario donde la producción de alimentos esté controlada por unas pocas empresas, nos lleva a un sistema alimentario basado en una agricultura sin agricultores.

Consecuencias de la uberización

Empeoramiento de las condiciones laborales

Para los grandes fondos el campo es solo un medio para obtener rentabilidad. Bajo este nuevo modelo los agricultores se sustituyen por trabajadores con contratos temporales, muchos de ellos a través de subcontratas, con la precarización y la vulneración de derechos laborales que eso conlleva.

Falta de relevo generacional

La especulación con las tierras agrarias y la acaparación de estas, unido a las capacidades de los gigantes de la agroindustria, hace muy difícil que los jóvenes que quieran dedicarse al campo puedan llevar una vida digna o, directamente, entrar en el sector. En un sector tan envejecido como el primario, esto se traduce en que las tierras acaban siendo abandonadas o vendidas al mejor postor (que ya sabemos quién es). Supone el desmantelamiento de la agricultura familiar.

Despoblamiento rural

Si en una zona rural las oportunidades laborales son más escasas que en las ciudades, podemos imaginar cómo puede afectar a su economía que las familias que viven del campo lo abandonen por culpa del empeoramiento de las condiciones laborales y por la falta de relevo.

Además, los grandes fondos diversifican su cartera de inversiones comprando explotaciones en varios lugares del mundo. De este modo, si una zona deja de tener la rentabilidad esperada no tendrán reparos en abandonar esa inversión y mover su dinero hacia otro lado. La uberización del campo puede ser la puntilla que termine de despoblar las zonas rurales.

Deterioro del medio ambiente y aceleración del cambio climático

Las prácticas intensivas de la agroindustria provocan graves daños en el medio ambiente como la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los acuíferos, la generación de emisiones, etc. La llegada de estos actores desincentiva al resto de agricultores a adoptar prácticas sostenibles ya que se ven obligados a competir contra estos gigantes si no quieren desaparecer.

Foto de Manh Tien para Pexels

¿Cómo nos defendemos? 

La agricultura familiar y los pequeños y medianos productores son el corazón del medio rural. Además, son quienes proveen de alimentos al resto del país, por eso dejar la producción en manos de unos fondos que solo piensan en la rentabilidad de sus inversiones supone un riesgo potencial para la seguridad alimentaria de todas.

Desde Enraíza Derechos, creemos que tenemos que defender los principios de la soberanía alimentaria porque algo tan importante como la alimentación no puede estar en manos de unos pocos. Todas las personas que formamos la cadena alimentaria tenemos que tener voz para decidir cómo queremos que sea el sistema alimentario y queremos que sea justo y sostenible para que no comprometa el derecho a la alimentación ni la vida del campo a largo plazo.

Tenemos dos opciones: o apostar por una agricultura sostenible con agricultores o por una agricultura intensiva controlada por grandes empresas y trabajadores precarizados en el campo. Nosotras lo tenemos claro.

Imagen de portada: foto de Wolfgang Weiser para Pexels

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