
Los últimos días del viaje han sido tan especiales como intensos. El cansancio empieza a hacerse notar -ha sido un recorrido largo, en varios sentidos-, pero también lo hace la certeza de haber vivido una experiencia única. Hemos atravesado distintas regiones del país, conocido decenas de personas y visitados proyectos que nos confirman que, incluso en contextos complejos, las comunidades siguen construyendo futuro con dignidad, fuerza y esperanza.
Crónica del viaje a Senegal por Carmen Peñaranda.
En la región de Casamance, al sur de Senegal, cerramos el viaje con una estancia muy rica en aprendizajes. Casamance es un mundo aparte: más verde, más fértil, con paisajes que recuerdan al África central y una composición étnica distinta, donde predominan lenguas como el peulh, y tradiciones que se sienten vivas y profundamente locales.
Durante dos días recorrimos los pueblos alrededor de la comuna de Niaguis, donde EnraÍza Derechos ha impulsado varios proyectos de huertos hortícolas comunitarios. Fue emocionante ver el impacto directo de estas iniciativas. Las parcelas gestionadas por grupos de mujeres no solo han mejorado la nutrición familiar, sino que también han servido para organizarse, generar ingresos y fortalecer el tejido comunitario. Observamos cómo el trabajo se reparte en el huerto: por la mañana las mujeres, por la tarde los niños y algunos hombres. En lugares donde la tierra es fértil, los cultivos florecen y la vida se sostiene con más facilidad.
Transformación de productos agrícolas
También visitamos el terreno donde se va a construir un centro de transformación de productos, gracias al proyecto que comenzamos en febrero con apoyo de la Junta de Castilla y León. El arquitecto local nos enseñó los planos y nos explicó la urgencia de avanzar antes de la temporada de lluvias, que comienza en junio. En julio y agosto puede llover durante 24 horas seguidas, lo que complica cualquier obra y puede retrasar los calendarios.
Una de las reuniones más simbólicas fue la que mantuvimos con el subprefecto de Niaguis, figura clave de la gobernanza local. Nos recibió en su despacho y hablamos sobre cómo alinear esfuerzos para que los proyectos sean sostenibles a largo plazo. La anécdota del día: llevaba puesto un polo con el escudo del Real Betis Balompié y como sevillana y bética, no pude evitar sonreír con complicidad.

Centro de agroecología de referencia en África Occidental
Otro momento muy especial fue la visita al Centro de Agroecología y Transformación de Niaguis, impulsado por Maríama Sonko y su equipo. Maríama es una figura clave en la agroecología feminista de África Occidental. El centro es un ejemplo de cómo hacer las cosas bien: conservación de semillas ancestrales, piscicultura, formación técnica, transformación de productos, educación en soberanía alimentaria… Nos impresionó tanto que ya hemos formulado varios proyectos con ellas y también facilitamos un primer contacto con la ONG 3D para fomentar sinergias.
Tras ello, tomamos el avión de regreso desde Cap Skirring hasta Dakar, y en nuestra última jornada visitamos dos centros de transformación en la zona periurbana de la capital. Ambos necesitan modernización, y nos reunimos con un grupo de mujeres mayores que está empezando a organizarse. Aunque nos preocupa su energía y los retos de la edad —en un país sin sistemas de jubilación—, también sabemos que es clave acompañarlas. Todas las generaciones deberían de estar protegidas.
Hilos que nos conectan
Volvimos a Madrid de madrugada, tras un vuelo largo y acompañadas de la incertidumbre del apagón en España, que seguimos con cierta tensión desde el móvil sin poder comunicarnos con nadie. Así cerraba este viaje: una vuelta llena de ideas, de aprendizajes, de preguntas y también de certezas. La principal: la vida puede ser radicalmente distinta según el lugar donde naces y, al mismo tiempo, hay un hilo de humanidad, de lucha y de dignidad que nos une a todas.