Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía

Día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía

La Asamblea General de Naciones Unidas designó en 1994, el 17 de Junio como "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía", a través de la resolución A/RES/49/115. Tenía como objetivos:

  • Promover la conciencia pública sobre el tema.
  • Divulgar que las soluciones contra la desertificación y la sequía son posibles y pasan por la participación y cooperación comunitaria en todos los niveles.
  • Fortalecer la puesta en marcha de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en países que experimentan sequías graves y/o desertificación, particularmente en África.

17 junio 2024: “Unidos por la Tierra. Nuestro legado. Nuestro futuro”

El tema del Día mundial de lucha contra la Desertificación y la Sequía de 2024 es “Unidos por la Tierra. Nuestro legado. Nuestro futuro”. Este año se centrará en la gestión de tierras y en el futuro de la administración de la tierra, nuestro recurso más preciado para garantizar la estabilidad y la prosperidad de miles de millones de personas en todo el mundo.

La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) es la voz mundial de la tierra y bajo su paraguas más de 130 países se han comprometido a lograr la neutralidad en la degradación de tierras para 2030. El objetivo de esto es que la actividad humana tenga un impacto neutro, o incluso positivo, sobre la tierra. Esta visión requiere movilizar a todos los sectores de la sociedad para poner fin a la pérdida de tierras sanas y promover su recuperación como motor clave del desarrollo sostenible y la equidad intergeneracional.

Coincidiendo con el 30º aniversario de la Convención, el Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebrará este 17 de junio de 2024, será un momento crucial para aumentar la concienciación mundial y movilizar a todos los sectores de la sociedad en favor de la gestión sostenible de la tierra. Agentes de cambio de todo el mundo se reunirán en Alemania (Bonn) para mostrar iniciativas dirigidas a garantizar una tierra sana para las generaciones presentes y futuras.

¿Cómo nos afectan la desertificación y la sequía?

Una década de restauración de la tierra puede traer múltiples beneficios. Pero es necesario que nos pongamos manos a la obra, porque la década de 2007 a 2017 la sequía afectó al menos a 1.500 millones de personas y costó 125.000 millones de dólares en todo el mundo. Si continuamos al mismo ritmo, en 2050 las sequías podrían afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial.

Una tierra sana no sólo nos proporciona casi el 95% de nuestros alimentos, sino mucho más: nos viste y nos protege, nos proporciona empleos y medios de vida, y nos protege de sequías, inundaciones e incendios forestales que empeoran. Sin embargo, cada segundo, la superficie de cuatro campos de fútbol de tierras sanas se degradan. Al año, un total de 100 millones de hectáreas.

El aumento de la población mundial, junto con patrones de producción y consumo insostenibles, alimentan la demanda de recursos naturales, ejerciendo una presión excesiva sobre la tierra hasta el punto de su degradación. La desertificación y la sequía están impulsando la migración forzada, poniendo a decenas de millones de personas cada año en riesgo de desplazamiento.

Las sequías son costosas y sus impactos muy dañinos y generalizados. Afectan tanto a las naciones desarrolladas como a las en desarrollo, en todos los continentes. Los pronósticos estiman que para 2050 las sequías podrían afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial.

La degradación de la tierra, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están íntimamente relacionados y afectan cada vez más el bienestar humano. Abordar estos temas juntos es clave para lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Tierras sanas y resilientes

Las sequías y las inundaciones repentinas son cada vez más frecuentes, prolongadas y graves y la mejor manera de frenarlas es gracias a una tierra sana y resiliente.

Las tierras y los ecosistemas sanos ofrecen un almacenamiento natural a largo plazo de agua dulce. Sin embargo, a medida que la escasez de agua se acrecienta debido a las sequías provocadas por el cambio climático, miles de millones de personas enfrentan estrés hídrico recurrente, ya sea transitorio o permanente. Las próximas décadas serán las más críticas para restaurar la tierra para un futuro sostenible.

Y la buena noticia es que podemos revertir la situación. Hay ya muchos ejemplos en China y en algunos países de África, donde se ha conseguido restaurar la tierra y reducir la desertificación. Una década de degradación de la tierra puede generar importantes daños, pero una década de restauración de la tierra puede traer múltiples beneficios para el planeta y quienes lo habitamos.

¿Empezamos?

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