
Aunque no lo parezca, los suelos no son simples superficies inertes. Están llenos de vida. Sin embargo, en las últimas décadas vemos cómo la degradación del suelo está avanzando a un ritmo sin precedentes. Algo que tiene consecuencias más serias de lo que podemos llegar a pensar. En este post, te contaremos qué es el suelo, qué es la degradación, los motivos por los que esta sucede y, lo más importante, las soluciones que tenemos sobre la mesa para devolver la vida a los suelos.
Lo primero de todo, ¿qué es el suelo?
El suelo es la capa superior de la corteza terrestre. Transformada por procesos físicos, químicos y biológicos, está compuesta por partículas minerales, materia orgánica, agua, aire y organismos vivos.
Es uno de los ecosistemas más complejos de la naturaleza y uno de los hábitats más diversos de la tierra. Alberga una infinidad de organismos distintos que interactúan entre sí y contribuyen a los ciclos globales que hacen posible la vida.
Además:
- Almacena, filtra y transforma los nutrientes, el agua y otras sustancias
- Es el soporte de las raíces de las plantas que producen los alimentos que comemos
- Sirve de reserva de biodiversidad
- Produce biomasa, incluida la agricultura y la silvicultura
- Es un entorno físico y cultural para los seres humanos
- Es fuente de materias primas
- Es capaz de secuestrar y almacenar carbono
- Sirve de archivo de patrimonio geológico y arqueológico
- Desempeña un papel clave en el abastecimiento de agua limpia y en la resiliencia ante las inundaciones y las sequías
“El suelo es un elemento fundamental para la seguridad alimentaria y el derecho a la alimentación, ya que es la base sobre la que se sustenta la agricultura y la ganadería”.

¿Qué es la degradación del suelo?
La degradación del suelo se da cuando la tierra pierde calidad y empeora su estado de salud. Al perder sus cualidades (físicas, químicas, biológicas y ecológicas) el suelo disminuye su capacidad para prestar servicios al ecosistema, como filtrar el agua, almacenar carbono, reciclar nutrientes, ser el hábitat de diversas especies, etc.
Hay distintos motivos por los que un suelo puede perder sus cualidades. Los tipos de degradación más destacados son:
- Erosión: cuando la capa superficial de la tierra es removida a través del viento, el agua o actividades humanas como la labranza
- Acidificación: cuando el pH del suelo disminuye por debajo de 5,5.
- Contaminación: se produce cuando se introducen sustancias contaminantes en el suelo, ya sea de manera directa o indirecta.
- Salinización: ocurre cuando las plantas no pueden crecer en el suelo por un exceso de sales.
- Compactación: se da cuando se ejerce presión al suelo, el aire escapa y este se apelmaza, quedando más denso y compacto.
- Sellado: cuando el suelo se cubre de manera permanente con un material artificial impermeable como asfalto u hormigón.

¿Qué está provocando que los suelos se degraden?
Aunque hay fenómenos naturales que hacen que los suelos se degraden, la actividad humana juega un papel fundamental en su deterioro. Resulta paradójico pero una de las principales industrias que más afectan a la degradación del suelo es la industria alimentaria, que necesita de suelos sanos para poder producir alimentos.
Algunas de las actividades humanas que más están contribuyendo a la degradación de los suelos son:
Los monocultivos 🌽
Las grandes extensiones agrícolas de monocultivos reducen el espacio disponible para la vida del campo, lo que hace que el ecosistema local deje de estar en equilibrio. Además, los monocultivos agotan rápidamente los nutrientes del suelo y son más vulnerables a las plagas y las enfermedades, lo que lleva al uso indiscriminado de productos químicos.
El uso excesivo de agroquímicos ⚗️
El uso excesivo de químicos acaba alterando las cualidades naturales del suelo, provocando un desbalance en el mismo. Además, hay que tener en cuenta que el uso de pesticidas no solo acaba con las plagas sino que también acaba con los microorganismos y otras formas de vida que se encuentran en el suelo. A la larga, la estructura del suelo queda afectada, disminuyendo su capacidad para retener agua y nutrientes. La tierra se vuelve estéril.
El arado profundo y la labranza pesada 🕳
Estas prácticas tan utilizadas rompen la capa superficial del suelo. Con esto, se altera su estructura natural y lo deja expuesto a la erosión con las consecuencias que esta trae. Además, al voltear la tierra y dejarla al aire libre se libera el carbono que se encontraba almacenado en el suelo, generando emisiones que aceleran el cambio climático.
El riego inadecuado y la sobreexplotación de los recursos hídricos 💧
Si el suelo se riega en exceso, a la larga se pueden ir acumulando sales que acaban reduciendo la fertilidad de la tierra y limitando la capacidad de crecimiento de las plantas. El exceso de agua también puede arrastrar la capa superior de suelo fértil, erosionándolo.
Por otro lado, si los recursos hídricos se usan de manera intensiva a un ritmo mayor del que estos necesitan para regenerarse, se puede poner en riesgo la disponibilidad de agua de una región. No solo para usos agrícolas sino también para el uso diario de la población de la zona.
El uso de maquinaria pesada en el campo 🚜
El peso de la maquinaria hace que con el tiempo el suelo se compacte, reduciendo su porosidad y limitando su capacidad para retener agua. Un suelo compactado es mucho más vulnerable a la erosión y a las sequías y, además, se lo pone mucho más difícil a las raíces de las plantas ya que a estas les cuesta crecer. El aire y los nutrientes también lo tienen más difícil para circular.
El pastoreo excesivo 🐄
Si el ganado pasta a un ritmo demasiado elevado en una zona, este dejará al suelo sin la cubierta vegetal que lo protege, sin la materia orgánica que esta genera y sin la biodiversidad que esta alberga. Y, al igual que ocurre con el uso de la maquinaria pesada, el peso de las reses también puede provocar que el suelo se compacte.
La tala y la deforestación 🌳
La deforestación arrasa con enormes extensiones de tierra. Al acabar con la cobertura forestal se produce una pérdida importante de la biodiversidad, se expone al suelo a la erosión y se aumenta el riesgo de desertificación de la zona deforestada. Normalmente la tala indiscriminada de árboles se realiza para actividades industriales como la ganadería y agriculturas intensivas, la minería, la obtención de madera, etc.
La industria y la minería ⛏
La industria extractiva remueve grandes cantidades de tierra y roca para obtener los materiales que necesita, destruyendo las capas del suelo. Estas actividades también pueden llevar consigo actividades contaminantes que pueden dañar el suelo y los ecosistemas con productos químicos tóxicos y ácidos.
La expansión urbana 🏙
La propagación de las ciudades y los barrios también afecta a la degradación del suelo, al sustituir las tierras del campo por el hormigón de las ciudades. Los materiales impermeables con los que se construyen los edificios, las carreteras y otras estructuras urbanas cubren el suelo, sellándolo de forma permanente.

Consecuencias de la degradación del suelo
Todas estas actividades van haciendo que, poco a poco, el porcentaje de suelos degradados vaya en aumento. Como ya hemos ido mencionando, algunas de las consecuencias de esta degradación son la pérdida de biodiversidad, la disminución de la fertilidad del suelo o de su capacidad para retener agua, lo que aumenta los daños de las inundaciones y las sequías.
Aquellos territorios que dejan de tener suelos sanos corren el riesgo de que sus comunidades pierdan sus modos de vida, ya que principalmente se dedican a la agricultura. Esto pone en riesgo la producción de alimentos a largo plazo, lo que puede afectar a la seguridad alimentaria de todo el planeta.
Cómo cuidar los suelos
Los suelos son fundamentales para la vida en la Tierra, pero la actividad humana los están llevando a límites críticos. Gestionar con cuidado los suelos es una palanca fundamental para regular el clima y recuperar los servicios que prestan a los ecosistemas y la biodiversidad. Por eso tienen que ser preservados, garantizado que siempre cuenten con la cantidad suficiente de materia orgánica y que sean gestionados de manera sostenible.
“Un suelo gestionado de manera sostenible puede producir hasta un 58% más de alimentos”
Hay varias prácticas que pueden ayudar a hacer un uso sostenible y responsable de los suelos y a mantenerlos con vida:
- Impidiendo que la tierra cambie de uso para ser deforestada o usada para la producción intensiva de alimentos
- Evitando el uso de productos químicos, o al menos intentar reducir su uso
- No labrando la tierra o hacerlo a pocos centímetros de profundidad
- Cubriendo el suelo agrícola con cubiertas vegetales u otros residuos orgánicos para que retenga agua y esté protegido
- Produciendo alimentos con un enfoque basado en la agroecología o la agricultura regenerativa
- Rotando cultivos o plantando leguminosas para regenerar los suelos y fijar nitrógeno a los mismos
- Usando el agua de manera eficiente, asegurando que el riego se aplica directamente en el suelo y que haya un buen drenaje
- Empleando técnicas responsables de pastoreo
- Apostando por el manejo integrado u orgánico de plagas
- Usando sistemas que analicen el estado del suelo y la biodiversidad
- Evitando el uso de maquinaria pesada o equiparla con sistemas que reduzcan la presión que ejercen sobre el suelo
Conclusiones
Como hemos visto, la degradación del suelo es un problema de dimensiones globales: menor capacidad para nutrir a las plantas que nos alimentan, pérdida de biodiversidad, peor resistencia a las sequías y a las inundaciones…
Por suerte, no todo está perdido. Hay prácticas sencillas, y comunes entre la agroecología y la agricultura regenerativa, que pueden ayudar a los suelos a recuperarse. Por eso tenemos que apoyar a agricultores que trabajan con estas prácticas porque un suelo sano es clave para la seguridad alimentaria.
Foto de portada de Jan Kroon para Pexels