Las escuelas son espacios donde se desperdicia mucha comida. Y también son un espacio clave para educar y promover hábitos más sostenibles desde edades tempranas. Por eso, desde Enraíza Derechos estamos midiendo el desperdicio alimentario en centros escolares de Euskadi y Madrid, gracias a la financiación de la Unión Europea y del Ayuntamiento de Madrid.

5 días de medición en 2 momentos distintos

Reducir el desperdicio alimentario en los comedores escolares depende de muchos factores e implica también a muchos actores: alumnado, equipo directivo, empresa de restauración colectiva, personal de cocina y comedor y también las familias. Como cuenta nuestra compañera Mari Cruz Martín, encargada de todo este proceso en Enraíza Derechos:

Durante el pasado curso hemos medido la cantidad de comida que tiran a la basura en varios comedores escolares, haciendo diagnósticos participativos en los que se han involucrado el alumnado, el personal de cocina y la empresa de restauración. De esta manera, cada cole puede tener una idea de lo que ocurre en su centro y buscar soluciones que ayuden a reducirlo.

Una pequeña muestra que da muchas pistas

En el curso 2024/25 hemos conseguido una primera foto del desperdicio en 6 centros educativos. La propuesta era medir 5 días seguidos los restos de plato en cada centro, aunque con algunos de los colegios también se ha medido el desperdicio que se genera en cocina y que no llega a servirse en el comedor.

 

Unos meses más tarde se ha vuelto a repetir la medición para evaluar si ha habido cambios, después de trabajar la sensibilización con alumnas y alumnos sobre las consecuencias de desperdiciar alimentos.

Según los diagnósticos realizados, durante la primera medición se registró un desperdicio de casi 20 kilos por comedor y día. Un total de 587,94 KG. Esto supone un desperdicio diario por alumno/a de: 68,2 g en primaria y 73 g en secundaria; aunque hemos encontrado grandes diferencias en los comedores, con una horquilla muy amplia de datos, que van desde los 24g/persona/día, hasta los 114g. 

Un 41,5% de este desperdicio se produce en los primeros platos, un 34% en los segundos y un 17% en el postre (principalmente fruta). El 7,5% restante corresponde a pan. Por tipos de alimentos, los platos más desperdiciados son las legumbres, seguidos por las ensaladas y los guisos de patatas.

En la segunda medición, todavía en proceso y con los datos de tres de los centros que se realizaron a finales del pasado curso lectivo, pudimos observar una primera disminución de entre un 5 y un 12%. Puede resultar una cifra modesta, pero es solo el inicio de un largo camino. 

De la sorpresa a la acción

En algunos colegios participantes en la medición se han dado cuenta de que el desperdicio se producía además de en el plato, en el excedente cocinado, debido a un excesivo número de raciones. El reto es medir, evaluar y optimizar los recursos a la demanda real de cada día. 

Además de los diagnósticos participativos para medir el desperdicio, se han llevado a cabo talleres con alumnado y formación con el personal de comedores y acciones de sensibilización en más de 25 centros de Euskadi y Madrid. El proyecto ha sido posible gracias a la financiación de la Unión Europea y también del Ayuntamiento de Madrid.

Solo siendo conscientes de cuál es la situación, podemos buscar soluciones y evaluar si las medidas tomadas han sido positivas.

Pequeños cambios con grandes resultados

Es necesario avanzar hacia la meta 12.3 de la Agenda 2030, que nos propone reducir a la mitad el desperdicio generado en cada eslabón de la cadena alimentaria. Por eso es fundamental el trabajo de sensibilización con los y las más peques en el aula y el comedor para transmitir que la comida no se debe tirar, aunque no siempre consigan comerse todo lo que hay en el plato. 

Y con las empresas de restauración colectiva, cocina y personal de comedor hay muchas soluciones que se pueden poner en marcha. Estas son algunas de las recomendaciones:

  • Planificar menús más flexibles, adaptando las cantidades a las necesidades y demandas del alumnado y la forma de servir ciertos alimentos, como el pan.
  • Gestionar la compra y el almacenamiento de alimentos, priorizando que sean frescos, locales y de temporada.
  • Mantener la temperatura y la integridad de los platos, tanto en el transporte como en el servicio de catering y aprovechar todo lo que no se haya manipulado.
  • Evaluar constantemente, con tecnología y herramientas digitales, qué se consume, qué se desperdicia y qué stock queda.
  • Recoger y clasificar el sobrante, incluyendo procedimientos para su aprovechamiento dentro de las cocinas o para ser enviados a otras entidades.
  • Clasificación del desperdicio de forma correcta para su reciclaje.

Concienciar a todo el personal acerca de los efectos del desperdicio y ofrecer la formación necesaria para reducirlo es imprescindible.

Empezar a sensibilizar y medir el desperdicio alimentario en las escuelas es plantar una semilla que dará muchos frutos en pocos años.

Estos son algunos de los medios que se han hecho eco de la noticia y a quien agradecemos mucho su difusión: Entrevista 24Horas RTVE, La Sexta, Cadena Ser, TVE, La Razón, El Diario, COPE, Ecoticias...

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