El agua es un recurso muy valioso y su disponibilidad está disminuyendo de manera alarmante. En este post, te contamos la huella hídrica que se esconde detrás de la producción de los alimentos. Descubrirás qué prácticas en la agricultura y la ganadería están agotando nuestros recursos hídricos y qué medidas debemos adoptar para cambiar las cosas.
La importancia del agua
Como ya sabes, el agua es un recurso fundamental para la vida en la tierra. El 70% de la superficie de nuestro planeta está cubierta de agua, pero solo cerca del 3% es agua dulce. Y de ese 3%, solo el uno está disponible para su uso. ¿El problema? Que la cantidad de agua dulce disponible está disminuyendo.
En los últimos veinte años la cantidad de agua dulce disponible por persona al año ha descendido más de un 20%
Existe un desequilibrio entre el agua que tenemos y el agua que utilizamos y, por si fuera poco, también la estamos contaminando. Además, las sequías recurrentes ocasionadas por el cambio climático agravarán el estrés hídrico de muchísimas zonas en un futuro muy cercano. Tenemos que reducir nuestra huella hídrica como sea.
¿Qué es la huella hídrica?
La huella hídrica es un indicador que mide la cantidad de agua que se necesita para producir un producto o servicio. Esta huella puede ser de varios tipos:
- Huella hídrica verde: el agua utilizada procedente de las precipitaciones, ya sea en forma de lluvia o de nieve.
- Huella hídrica azul: el agua disponible en la superficie terrestre o en el subsuelo.
- Huella hídrica gris: está relacionada con la contaminación. Mide la cantidad necesaria de agua que se necesita para diluir la contaminación que un proceso provoca hasta que esta vuelve a estar en niveles seguros.
La humanidad está tensionando los ecosistemas al consumir su agua dulce a un ritmo mayor del que se puede regenerar y, de todos los usos que se hace del agua, hay uno que destaca por encima de todos: la producción de alimentos.
La huella hídrica en la producción de alimentos
La producción de alimentos consume cerca del 70% de todas las extracciones de agua a nivel mundial, 100 veces más de las que utilizamos para fines personales.
A la hora de producir alimentos hay algunos que necesitan mucha más agua para ser producidos que otros. Por ejemplo, la carne y los productos de origen animal suelen tener una huella hídrica mucho mayor, ya que se necesitan grandes cantidades de agua para mantener a los animales y cultivar la comida que estos comen.
Como ves, producir un solo kilo de comida puede suponer una cantidad ingente de agua. Hay prácticas habituales en la industria agroalimentaria que ponen en peligro el poco agua dulce que existe en nuestro planeta. Algunas de estas prácticas son:
- Cultivar productos tropicales en zonas desérticas: los frutos tropicales consumen muchísima agua, pero como tienen un mayor margen de beneficios se suelen plantar en zonas áridas. Un sinsentido.
- Poner cultivos de secano en regadío: usar riego en cultivos de secano para aumentar la productividad puede acabar agotando las reservas de agua de las zonas áridas.
- La ganadería intensiva: tener muchas cabezas de ganado en muy poco espacio supone un consumo súper intensivo de agua para el territorio y, además, genera residuos contaminantes como purines, restos de medicamentos, etc.
- Prácticas contaminantes: hay otras actividades derivadas de la producción de alimentos que acaban contaminando los pocos recursos hídricos disponibles, como por ejemplo el uso de fertilizantes químicos, plaguicidas, etc.
Soluciones y alternativas
Gestionar de manera sostenible y justa los recursos hídricos es fundamental para construir un sistema alimentario sostenible. Para conseguirlo, tendremos que asegurarnos que se tenga en cuenta la cantidad de agua que los ecosistemas necesitan para funcionar correctamente. Podemos reducir mucho la huella hídrica del sistema alimentario si mejoramos tanto en la producción de alimentos como en la manera en la que consumimos.
Mejoras en la eficiencia en la producción de alimentos:
- El primer paso debería ser reducir las extracciones de agua en aquellas zonas en las que la disponibilidad de recursos hídricos esté en peligro.
- Otra medida fundamental es recuperar y cuidar los suelos, ya que los suelos sanos con mucha materia orgánica pueden retener hasta 20 veces su peso en agua.
- También adoptar buenas prácticas como la construcción de bancales, apostar por la agroforestería, cubrir los cultivos con materia orgánica para retener el agua y evitar que se evapore, etc.
El uso eficiente del agua, un uso reducido de pesticidas y una mejora de la salud del suelo pueden llevar a un aumento medio del rendimiento de los cultivos de hasta el 79%
Mejoras en los hábitos de consumo:
- Llevar una dieta sostenible que tenga en cuenta el impacto ambiental de lo que comemos puede reducir considerablemente la huella hídrica de lo que consumimos. Por ejemplo, reducir el consumo de carne la disminuye de manera significativa.
- Reducir el desperdicio alimentario en nuestro día a día, ya que se estima que más del 20% del agua de riego se utiliza para producir alimentos que acaban siendo desperdiciados.
¿Qué ocurrirá si no actuamos?
Si seguimos extrayendo agua por encima de nuestras posibilidades es posible que la seguridad alimentaria de miles de millones de personas se vea amenazada. La demanda creciente debido al crecimiento demográfico, los cambios en la alimentación y el cambio climático pueden tensionar aún más unos recursos hídricos que en muchas zonas ya se encuentran al límite.
La escasez de agua puede provocar que haya tierras agrícolas que vean reducida su productividad, con el consecuente impacto social y económico en el territorio y que acabaría afectando a los precios de los alimentos.
La pérdida de biodiversidad y la inestabilidad de los ecosistemas seguiría avanzando imparable, agravando los efectos de la crisis climática.
Por último, en este escenario se podrían dar conflictos geopolíticos entre regiones de todos los niveles, aumentando las desigualdades ya existentes y provocando desplazamientos de población.
Como ves, repensar la manera que tenemos de relacionarnos con el agua y utilizarla de manera racional es imprescindible para el bienestar de todas las personas y las especies que habitamos este planeta.
El trabajo de Enraíza Derechos
En Enraíza Derechos llevamos 40 años trabajando para construir un sistema alimentario más justo y sostenible. Por eso, en las comunidades en las que trabajamos tenemos en cuenta factores de sostenibilidad ambiental como hacer un uso eficiente del agua, adoptar prácticas agroecológicas o la restauración de suelos. Si quieres saber más sobre lo que hacemos te recomendamos darte una vuelta por nuestra página web.