La prevención debe ser la primera prioridad para reducir el desperdicio. Sin embargo el texto de la ley que se está tramitando actualmente parece incidir en la donación de alimentos como principal medida para prevenir el desperdicio. En este post explicamos las diferencias entre prevención del desperdicio y otro tipo de soluciones, como la donación.
En las valoraciones que el Colectivo #LeySinDesperdicio hemos hecho sobre el proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario es que, a pesar del nombre, más parecía una ley de donación de alimentos que de prevención. Esta misma preocupación también aparecía destacada en el dictamen que el Consejo Económico y Social realizó en mayo 2022 sobre el borrador.
La redacción del artículo 5 del proyecto de ley -sobre la jerarquía de prioridades- parece incidir en la donación de alimentos como principal medida para la prevención del desperdicio, cuando la donación es una medida de gestión del excedente y la prevención debe concentrar sus esfuerzos en que el excedente no llegue a generarse. El enfoque de prevención como prioridad absoluta en el abordaje del desperdicio lo adoptan todas las instituciones internacionales de referencia, donde se puede destacar a la Comisión Europea y su jerarquía para la priorización de residuos alimentarios.
Jerarquía de prioridades establecida en el proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario
En diferentes interlocuciones que hemos tenido con representantes gubernamentales y con miembros del Congreso hemos identificado falta de comprensión respecto a qué se quiere decir cuando hablamos de prevención del desperdicio. Utilizamos un par de ejemplos para explicarlo.
Si una industria de transformación alimentaria, cuya materia prima es la fruta, se encuentra con que ha ido haciendo compras de fruta a las cooperativas de agricultores que son sus proveedoras, aprovechando una positiva coyuntura de precios, y, en un momento determinado, toma conciencia de que tiene una cantidad de fruta que no va a poder procesar a tiempo, antes de que se estropee, puede buscar alternativas a ese desperdicio vendiendo parte de su stock de frutas en el mercado, haciendo donación a entidades sociales (Banco de Alimentos, Caritas, Cruz Roja…), etc. Todas estas opciones responden a la gestión de un excedente que tiene riesgo de perderse. Lo que plantearía un enfoque de prevención es que esta industria afine sus previsiones de trabajo y no exceda el volumen de compras cuya capacidad de gestión constituye su límite.
La prevención debe ser la prioridad más alta en la jerarquía de prioridades para reducir el desperdicio
Si un supermercado se encuentra que, a final de una semana, tiene una serie de productos cercanos a la fecha de caducidad que, si no vende en un plazo breve, se desperdiciarán, tiene la opción de poner esos productos en oferta al 50%, para venderlos rápidamente, o utilizarlos para elaboración de otros productos, o donarlos a entidades sociales o, si todo eso falla, buscar alguna iniciativa de compostaje. Pero, igualmente que en el caso anterior, todas estas opciones responden a la gestión de un excedente que tiene riesgo de ser desperdiciado. Si el supermercado en cuestión quiere trabajar con un enfoque de prevención, lo que deberá hacer es ajustar lo más posible el volumen de productos disponibles en la tienda a las previsiones de ventas; buscar un adecuado equilibrio entre surtido de productos y rotación de los mismos, evitando ofrecer tanta variedad que la tasa de ventas de los productos de menor tasa de rotación caiga por debajo de un nivel crítico; optimizar la gestión de las fechas de caducidad y de consumo preferente, con una estricta rotación de existencias y prácticas de reposición ajustadas que garanticen que el producto solo sale del almacén para llegar al estante cuando las existencias casi se han agotado; etc.
Lo que la ley debe dejar claro es que, en línea con lo establecido por la Comisión Europea, la más alta prioridad en la jerarquía, es la prevención, no la donación u otras vías de gestionar posibles excedentes. Y también se debe tener claro que, en muchas ocasiones, la prevención implica un mayor esfuerzo y tiene un mayor coste que la donación o el compostaje u otras formas de gestión de excedentes; por tanto, habría que identificar fórmulas adecuadas para incentivar la prevención, si realmente se apuesta por darle la más alta prioridad.
Jerarquía de prioridades establecida por la CE para prevenir el desperdicio alimentario
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