Según el informe “Pobreza y Prosperidad compartida 2022” del Banco Mundial, después de la pandemia de COVID-19 que supuso un gran revés en la reducción de la pobreza global, el aumento de los precios de los alimentos y la energía, debido a los choques climáticos y los conflictos, han frenado la recuperación.
La puesta al día de información sobre seguridad alimentaria por parte del Banco Mundial muestra que los índices de precios agrícolas y, especialmente, de los cereales se mantuvieron estables durante las primeras semanas de octubre, pero la inflación de los precios internos de los alimentos sigue siendo alta en todo el mundo, incluyendo casi todos los países de ingresos bajos y medios, en muchos de los cuales la inflación está por encima del 10%.
En términos reales, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general (medida como la variación interanual del IPC general) en el 83 % de los 166 países para los que se dispone de índices del IPC de alimentos y del IPC general. En Zimbabwe, caso extremo, la inflación de los precios de los alimentos llega al 68%.
Los altos costos de energía y fertilizantes, el mal clima en los principales países productores y los riesgos de la guerra entre Ucrania y Rusia han llevado a una alta inflación de los precios de los alimentos. El riesgo geopolítico se destacó como uno de los principales impulsores de la volatilidad de los precios. Tienes más información sobre este tema en #STOPCrisisAlimentaria.
Aumenta la pobreza extrema
Según el informe “Pobreza y Prosperidad compartida 2022” del Banco Mundial, la pandemia aumentó la tasa de pobreza extrema mundial a un 9,3 % estimado en 2020, frente al 8,4 % en 2019, lo que indica que más de 70 millones de personas se vieron empujadas a la pobreza extrema a finales de 2020. Para final de 2022, hasta 685 millones de personas podrían seguir viviendo en la pobreza extrema. Esto haría de 2022 el segundo peor año para la reducción de la pobreza en las últimas dos décadas (después de 2020).
Las proyecciones para 2022 que realiza el informe indican que el ritmo de reducción de la pobreza se estancará aún más a medida que disminuyan las perspectivas de crecimiento mundial. A corto plazo, es probable que la alta inflación de los precios de los alimentos afecte más severamente a los hogares más pobres, ya que gastan una mayor parte de sus ingresos en alimentos que los hogares más ricos.
A largo plazo, los hogares se adaptarán a precios más altos cambiando los patrones de consumo. Para los hogares rurales pobres, que se dedican principalmente a la agricultura, el aumento de los precios de los alimentos puede aumentar el crecimiento de los ingresos.