La visita a las asociaciones de ATAP y KULIMA en Magude fue un momento muy emotivo. Tuvimos un recibimiento sorpresa por parte de las y los representantes de las diferentes asociaciones campesinas con las que venimos trabajando desde 2011, quienes nos agradecieron el apoyo en todos estos años.
Pudimos comprobar cómo la compra del tractor ha tenido un efecto muy beneficioso para estas comunidades, quienes están gestionando su uso de manera autónoma, permitiendo tener acceso a más alimento, puesto que la extensión de terreno que ahora son capaces de cultivar es mucho mayor que cuando trabajaban a mano con la azada. Algunos de estos terrenos son comunitarios por lo que toda la población se ve beneficiada.
A pesar de que este proyecto o micro acción financiada por la Junta de Castilla y León ya finalizó, continúa en marcha. La asociación consiguió ser legalizada y disponer de cuenta bancaria, por lo que pueden seguir gestionando el uso del tractor a través de un comité, contribuyendo así a la sostenibilidad del proyecto. Nos contaron además una anécdota que muestra el empoderamiento de esta comunidad:
La asociación está conformada y gestionada por mujeres campesinas. Cada familia que quiere utilizar el tractor para sembrar su tierra debe pagar una cantidad, para contribuir al mantenimiento del tractor, la gasolina, etc. Un día llegó un grupo de funcionarios a quienes la asociación también pidió la correspondiente cuota. Es habitual que los funcionarios del Estado sientan que no están obligados a pagar por el uso de recursos comunitarios y efectivamente al finalizar el trabajo no pagaron la cuota. Las mujeres muy enfadadas se reunieron y denunciaron la situación pero no consiguieron nada más. Unos meses más tarde los funcionarios volvieron a solicitar el uso del tractor y fue entonces cuando las mujeres les negaron su uso.
Escuchar esta pequeña anécdota nos alegra porque habla de la sostenibilidad del proyecto y del empoderamiento de este grupo de mujeres.