Un Día Internacional de la Tierra para recordarnos que sin ella no somos

De la salud de nuestros ecosistemas depende la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Los ecosistemas sanos nos ayudan a protegernos de las enfermedades porque la diversidad de especies hace más difícil la propagación de patógenos. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza y a combatir el cambio climático. Pero solo lo conseguiremos si todo el mundo se une a la tarea y pone de su parte.

Cada año, el mundo pierde 10 millones de hectáreas de bosques; una extensión similar a Islandia. Y alrededor de un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos. El calor extremo, los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos han afectado ya a millones de personas. 

El año 2023 fue el más caluroso jamás registrado. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma que, si no se adoptan medidas inmediatas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, el mundo va camino de alcanzar en el años 2100 temperaturas 3,2º C por encima de los niveles preindustriales. Este calentamiento sería catastrófico para el planeta y para la vida que lo habita, incluidos los seres humanos.

Nuestro modelo actual de producción, distribución y consumo de alimentos contribuye a acelerar el cambio climático, la degradación de los recursos naturales como la tierra y la pérdida de la biodiversidad, sin que el hambre deje de aumentar. Trasformar la manera en la que producimos y consumimos alimentos es esencial para frenar el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales y para acabar con el hambre.

Si el modelo actual no beneficia ni a productores ni a la población, porque no resuelve el hambre y genera injusticias, además de enfermedades ¿por qué no cambiarlo? ¿por qué no avanzar hacia uno que sí pueda cumplir su misión, sin destrozar el planeta?

A través de una resoluciónadoptada en 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 22 de abril como el Día de la Tierra o Día Internacional de la Madre Tierra. Esta resolución tiene sus orígenes en las denominadas Cumbres de la Tierra que han dado lugar a una serie de acuerdos y compromisos internacionales para avanzar en la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible. La primera Cumbre de la Tierra se llevó a cabo en Estocolmo, Suecia, en 1972. 

Esta fecha busca la toma de conciencia y responsabilidad sobre la triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación; y hace un llamamiento a la acción de todos los gobiernos, empresas y ciudadanía sobre la necesidad de poner en práctica soluciones y formas de desarrollo que preserven la vida en la tierra. 

En un contexto de crisis ambiental, el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas es una oportunidad de regenerar el mundo natural del que todos dependemos. Estos diez próximos años son los que más importancia tendrán en la lucha por evitar el cambio climático y la desaparición de millones de especies. 

Restaurar los ecosistemas significa favorecer la recuperación de aquellos que han sido degradados o destruidos, así como conservar los que todavía siguen intactos. Disponer de ecosistemas más saludables contribuye a tener suelos más fértiles, una biodiversidad más rica o mayor disponibilidad de recursos naturales.

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La restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar 9 billones de dólares en materia de servicios ecosistémicos. Además, podría eliminar de la atmósfera de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, de aquí a 2030. Los beneficios económicos de estas intervenciones suponen más de diez veces el costo de la inversión, mientras que el precio de la inacción es al menos tres veces mayor que el de la restauración de los ecosistemas.

Por eso, es fundamental atender 6 elementos imprescindibles para favorecer el desarrollo de un movimiento mundial que fomente y haga realidad restauraciones a gran escala:

  • Concienciación pública
  • Voluntad política
  • Financiación
  • Entornos legislativos y normativos
  • Capacidad técnica
  • Investigación científica

Seguimos teniendo un solo planeta en el que vivir y además es de una riqueza y de una belleza inmensa, pero también finita. ¿Seremos quienes terminemos de agotarla o, por el contrario, seremos capaces de hacer todo lo que esté en nuestras manos para restaurarla?

Imagen de Frank Schmidt en Pixabay

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