Cadenas de suministros de alimentos resilientes, fortalecimiento de los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos, políticas climáticas, derechos de las personas trabajadoras en el campo o sistemas de intercambio de información que aúnen tradición y ciencia son algunas de las cuestiones clave para una seguridad alimentaria y nutricional dentro del marco de los sistemas alimentarios sostenibles.
Por encargo del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA), el Grupo de alto nivel de expertos en seguridad alimentaria y nutrición del Comité de Seguridad Alimentaria (GANESAN) ha publicado la tercera nota sobre las cuestiones decisivas para la seguridad alimentaria y la nutrición.
Esta nota fue preparada en el contexto de una nueva crisis alimentaria mundial, que adopta proporciones gigantes, magnificada por la guerra en Ucrania y por los efectos de la pandemia de la COVID-19, causando serias perturbaciones en las cadenas de suministro de alimentos en todo el mundo. Todo ello agravado por las presiones inflacionistas que han provocado un aumento drástico de los precios de los alimentos, amenazando aún más la seguridad alimentaria de millones de personas. Estas son las siete cuestiones claves, dentro del marco de los sistemas alimentarios sostenibles, que deberían abordarse en el futuro próximo:
Cadenas de suministro de alimentos resilientes y equitativas para la seguridad alimentaria y la nutrición:
Las cadenas de suministro pueden sufrir tensiones que acaban afectando negativamente su funcionamiento. Los recientes acontecimientos han mostrado sus vulnerabilidades estructurales. Además, suelen estar dominadas por un puñado de grandes empresas transnacionales que pretenden conseguir economías de escala y que acumulan un poder desproporcionado que les permite moldear el sistema a su favor. El GANESAN plantea en este apartado una serie de cuestiones sobre cómo fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro y cómo hacer que sean más inclusivas y equitativas.
Fortalecimiento de los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos en el contexto de la urbanización y la transformación rural:
En un mundo con más del 60% de la población viviendo en ciudades, la agricultura urbana y periurbana es una opción importante, con potenciales efectos positivos en la diversidad de la alimentación, la calidad de los espacios urbanos y las acciones comunitarias, y el empoderamiento. Pero, en la mayoría de las ciudades, existe poco apoyo estatal a este tipo de agricultura. En la formulación de las políticas alimentarias deben tenerse en cuenta las necesidades específicas de los diferentes contextos rurales y urbanos, así como los vínculos entre ellos.
Conflictos y fragilidad de los sistemas alimentarios:
Los conflictos son uno de los mayores impulsores del hambre y la malnutrición que, a su vez, pueden provocar nuevos conflictos. En 2021, el 70% de las personas que sufrían hambre aguda vivía en países afectados por conflictos. Los conflictos afectan negativamente a las seis dimensiones de la seguridad alimentaria por el desplazamiento de los agricultores y pastores, la destrucción de los activos agrícolas, la perturbación de los mercados, el alza de los precios de los alimentos y el socavamiento de los medios de vida. La intervención humanitaria a corto plazo en estas situaciones es vital, aunque es verdad que en última instancia, no basta.
Políticas climáticas para la seguridad alimentaria y la nutrición:
El cambio climático sigue siendo una amenaza decisiva y duradera para la seguridad alimentaria y la nutrición a escala mundial. Al mismo tiempo, los sistemas alimentarios siguen siendo una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que contribuyen al cambio climático: entre el 21% y el 37% de las emisiones de GEI están vinculadas a ellos. Dada la compleja dinámica actual entre el cambio climático, la seguridad alimentaria y la nutrición, y los sistemas alimentarios, es vital evaluar, coordinar y examinar las políticas existentes e identificar dónde se producen los problemas y las oportunidades.
Reconocimiento del papel y los derechos de las personas trabajadoras en el sistema alimentario:
Las personas que trabajan en todo el sistema alimentario han estado durante mucho tiempo mal remuneradas y subestimadas, haciendo frente a riesgos profesionales, pobreza e inseguridad alimentaria. A pesar de la importante contribución de las mujeres rurales al sector agrícola, pues representan el 43% de la mano de obra agrícola en los países empobrecidos (incluida la pesca), suelen encontrarse en situaciones desfavorecidas. También existen innumerables casos informados de trabajo infantil, trabajadores en condiciones similares a la esclavitud y violencia sexual. La mejora de la calidad del empleo en el sistema alimentario requiere prestar atención a una mayor estabilidad en los ingresos y a una mejora de las condiciones laborales, en especial de las mujeres, las y los jóvenes y las personas migrantes.
Creación de un sistema adecuado de intercambio de información de las diferentes prácticas de seguridad alimentaria y nutricional:
Los sistemas alimentarios del mundo son diferentes e incorporan una variedad de sistemas de conocimientos y tecnologías con capacidad para adaptarse a diferentes contextos agroecológicos, políticos, económicos y socioculturales: desde enfoques científicos y modernos a tecnologías tradicionales y prácticas indígenas. Dentro de los sistemas alimentarios también hay relaciones de poder. Es crucial analizar cómo y por qué determinadas formas de conocimiento se han presentado como marginales, y cuál es el papel de las grandes corporaciones y la gran filantropía en la configuración de los debates sobre investigación y políticas.
Las enfermedades infecciosas emergentes y recurrentes y otros casos de peligro biológico que plantean un desafío para la seguridad alimentaria y la nutrición:
La COVID-19 es la sexta epidemia zoonótica (enfermedades de los animales que son transmitidas al ser humano), desde 1980. La frecuencia y gravedad de estos acontecimientos está aumentando a medida que las personas invaden los hábitats de la vida silvestre y se intensifican los sistemas de producción ganadera y pesquera. El ritmo sin precedentes de aparición de enfermedades infecciosas y la necesidad de alimentar de forma sostenible a la población mundial representan dos de los retos ecológicos y de salud pública más importantes del siglo XXI.
La interconexión de los siete temas es fundamental para la labor que se han propuesto el GANESAN y el CSA de cartografiar las vías adecuadas para transformar los sistemas alimentarios con un enfoque de derechos humanos, que permita abordar las seis dimensiones de la seguridad alimentaria (disponibilidad, acceso, utilización, estabilidad, arbitrio y sostenibilidad), como un elemento esencial del derecho “individual y colectivo” a vivir vidas satisfactorias y dignas.
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