Artículo publicado en POBREZA CERO | Nuria Tovar es directora de ICID y de la campaña derechoalasolidaridad.org
Los derechos humanos, el enfoque de derechos humanos y cierto lenguaje sobre derechos, están cada vez más presente en los discursos y agendas que se promueven tanto a nivel local como internacional, véase los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, no está claro que todas las personas estemos entendiendo lo mismo sobre qué supone o implica este enfoque, o si simplemente nos estamos quedando en un mero plano formal del discurso. En general percibimos que los DDHH y los instrumentos que lo hacen posible – el derecho internacional de los derechos humanos – siguen siendo bastante desconocidos o, más bien, desaprovechados. Sin embargo, su potencial es enorme para cualquier persona comprometida y solidaria que crea que la realidad debe ser transformada para lograr un bien común.
En realidad deberíamos verlos como “herramientas poderosas” que dotan de mayor legitimidad, coherencia y alcance nuestras acciones. Los derechos humanos, de hecho, nos obligan a analizar y abordar los problemas desde sus causas o raíces, nos facilitan una mirada diferente de la realidad y, por tanto, nos permiten intervenir con una perspectiva más transformadora y radical, ya que ir a las raíces de los problemas implica analizar y transformar las relaciones de poder existentes, causantes de la vulneración de derechos.
Como dice Navi Pillay, Alta Comisionada de las NNUU para los Derechos Humanos:
«Defensor/a de los derechos humanos es un título que todas y cada una de nosotras podemos ganar. No es una función que requiera calificación profesional. Solo depende de que miremos a nuestros congéneres como seres humanos, de que comprendamos que todas tenemos derechos a toda la gama de derechos humanos y del compromiso de ver hecho realidad ese ideal».
Estamos acostumbradas a ver superhéroes en los cómics y en las películas sin darnos cuenta de que todas tenemos la capacidad de hacer algo importante y valioso por nos-otras, es decir, por el interés individual y el de toda la sociedad. Hay múltiples ejemplos en nuestra vida cotidiana desde donde actuar: por el derecho a la educación participando, por ejemplo, en el AMPA del colegio de nuestras hijas o hijos exigiendo una educación pública de calidad y con recursos; por el derecho a la salud apoyando las reivindicaciones para que todas las personas podamos acceder a un sistema público de salud universal y de calidad que no excluya a nadie; defendiendo el derecho a servicios sociales de calidad y un reparto justo en nuestras sociedades de las tareas de cuidados, para que quienes cuidan y quienes son cuidados puedan vivir una vida digna; por el derecho a la igualdad de oportunidades y una vida libre de violencia, exigiendo leyes efectivas y medios adecuados que protejan a las mujeres víctimas de violencia… Y muy probablemente, casi todas hayamos participado recientemente en alguna movilización reclamando alguno de estos derechos.
LA UNIÓN HACE LA FUERZA. Es necesario aunar agendas de movilización y reivindicación para crear una malla prieta y densamente tejida, que nos haga más fuertes a la hora de defender los derechos humanos. No cabe trabajar priorizando unos derechos sobre otros. Hay que buscar alianzas y espacios de confluencia de luchas y movilizaciones. Os invitamos a y tejer entre todas esa malla de derechos humanos entrelazados, para construir un mundo mejor para todas las personas. O citando al gran Kiko Veneno convirtámonos en superhéroes y superheroínas de barrio.
“Vuela, vuela, vuela, tú no dejes de volar. Vuela por la mañana, vuela hasta Portugal. Hierven ya las calles, listo el escenario. Y en los sótanos se entrenan: superhéroes de barrio”. Kiko Veneno
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