La guía “Cultivando resiliencia frente al cambio climático. Lecciones aprendidas para contribuir a la seguridad alimentaria y al derecho a la alimentación en América Latina y el Caribe” recoge experiencias exitosas de 16 países de la región sobre agricultura resiliente al cambio climático. Ha sido preparada por Prosalus a partir de un estudio impulsado por el Plan INTERCOONECTA de la AECID, la oficina regional de la FAO para América Latina y el Caribe y la FIIAPP y se han tomado en cuenta, además, los contenidos y reflexiones aportados por el taller de gestión del conocimiento sobre esta temática realizado en el Centro de Formación de la Cooperación Española en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en marzo de 2018.
La región de América Latina y Caribe tiene abundancia de recursos naturales. Con un 8% de la población mundial, disfruta de: 31% del agua potable, 46% de los bosques tropicales, 23% de tierras potencialmente cultivables y 12% de las tierras actualmente cultivadas. Pero también está muy afectada por la degradación ambiental, pues acumula el 70% de la deforestación mundial, el 14% de la degradación global de suelos, y ha experimentado una reducción del 75% de su agrobiodiversidad.
Las pérdidas económicas producidas por el cambio climático en esta región en 2014 están cuantificadas por encima de los 7.000 millones de dólares. El importante papel económico y social que desempeña la agricultura en la mayoría de estos países y la alta concentración de vulnerabilidad en áreas rurales hacen que la producción de alimentos constituya uno de los riesgos identificados ante el cambio climático. Esto determina algunos de los retos fundamentales, como la adaptación frente a la alta variabilidad de temperaturas, a las alteraciones en los patrones de precipitación y a la mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, que afectan al bienestar de los pobres en las zonas rurales, principalmente familias encabezadas por mujeres y las que tienen un acceso limitado a la tierra, a los modernos insumos agrícolas, a las infraestructuras y a la educación.
En el marco de los Objetivos de desarrollo Sostenible, la comunidad internacional reconoce que el cambio climático está poniendo mayor presión sobre los recursos de los que depende la población mundial, por lo que buena parte de la población campesina, que ya no puede ganarse la vida en sus tierras, se ve obligada a emigrar a las ciudades. La ONU también identifica que el sector alimentario y agrícola –el que más empleo produce en el mundo– puede ofrecer soluciones claves para eliminar el hambre y la pobreza.
De las experiencias presentadas, la práctica totalidad han trabajado con cultivos, un 29% con ganadería y un 21% con silvicultura. En las experiencias analizadas se han buscado soluciones relacionadas con la gestión del suelo, de los cultivos, del agua y de las semillas, así como con prácticas agroecológicas, reforestación, capacitación, sensibilización e implicación institucional, para hacer frente a los retos de adaptación al cambio climático.
Partiendo de las lecciones aprendidas aportadas por cada experiencia, se ha hecho una sistematización de cómo avanzar hacia la agricultura resiliente al cambio climático, estructurada en:
- 4 presupuestos: prioridad al derecho a la alimentación, adaptación al contexto local, proceso integral y sostenibilidad en el tiempo y apropiación por la comunidad
- 5 elementos biológicos: cultivos, semillas, agua, reforestación y suelos
- 4 elementos estructurales: información, captación y sensibilización, investigación e innovación, entorno institucional favorable y empoderamiento de la mujer.
Aunque se vienen realizando experiencias de agricultura resiliente al cambio climático que contribuyen a la seguridad alimentaria y al derecho a la alimentación, sigue habiendo un gran desafío de investigación, de innovación y de extensión de buenas prácticas, que requiere de políticas públicas adecuadas, con dotaciones presupuestarias suficientes y estables, así como compromisos de múltiples actores.