
En la última quincena de junio se lanzó una campaña para llegar a milones de personas en el País Vasco y Madrid con el mensaje “Uno de cada tres alimentos va a acabar en la basura”.
En un contexto de crisis climática, aumento de la pobreza y de incapacidad para cumplir con el derecho humano a la alimentación, prevenir el desperdicio es una de las formas más sencillas y efectivas de transformar nuestro actual sistema alimentario, es decir, nuestra forma de producir y consumir alimentos.
Para reducir el desperdicio alimentario necesitamos saber cuánta comida tiramos y por qué. La cuantificación es una poderosa herramienta de sensibilización: nos permite tomar conciencia del problema y, sobre todo, pasar a la acción. Bajo esa premisa, Enraíza Derechos ha medido el desperdicio de alimentos en hogares y comedores escolares de Euskadi y Madrid, en el marco de un proyecto cofinanciado por la Unión Europea.
El desperdicio alimentario: un problema global que podemos abordar desde nuestras casas y desde la escuela
Las escuelas son un espacio clave para educar y promover hábitos más sostenibles desde edades tempranas. Enraíza Derechos ha trabajado con seis centros escolares en el diseño de planes de prevención del desperdicio en comedores, donde también contamos con la financiación del Ayuntamiento de Madrid, que incluyen diagnósticos participativos, talleres con alumnado y formación para toda la comunidad educativa. Además, se han realizado acciones de sensibilización en más de 25 centros en Euskadi y Madrid y seguiremos trabajando el próximo curso.
También se ha puesto el foco en los hogares, donde, según el último informe del Ministerio de Agricultura, en 2023 se desperdiciaron más de 1.183 millones de kilos de alimentos en hogares de todo el Estado. Para comprender mejor qué nos lleva a tirar comida en casa, se ha desarrollado un estudio cuantitativo de medición del desperdicio en hogares. A lo largo de 7 días y en dos momentos distintos del año, tenemos la capacidad de darnos cuenta del desperdicio real que se produce en nuestros hogares y también de analizar nuestros comportamientos, rutinas y decisiones cotidianas vinculadas al consumo.
Este diagnóstico en el que han participado más de 300 familias, permitirá diseñar estrategias realistas de reducción del desperdicio. La clave está en promover cambios asumibles: desde planificar mejor las compras hasta dar una segunda vida a los restos. Evitar el desperdicio alimentario es posible.
Conciencia sobre ruedas: una campaña sin desperdicio
Los pequeños gestos marcan la diferencia. Aprovechar cada alimento es también una forma de construir un sistema alimentario más justo y sostenible. Porque el cambio empieza cuando damos valor y cuidamos los recursos naturales que hay detrás de cada alimento y de las manos que los cultivan.
En la última quincena de junio se lanzó una campaña para llegar a millones de personas a través de autobuses urbanos en las capitales vascas y de Madrid con el mensaje “Uno de cada tres alimentos va a acabar en la basura”. En total 2,5 millones de personas han visto pasar algunos de los autobuses que recogían la publicidad.
Además, se ha llevado a cabo una campaña en redes sociales y medios de comunicación con mensajes que conectan con el humor y a veces con situaciones absurdas, cuya intención es zarandearnos e incluso hacernos reír... Pero sobre todo, dejar un poso que nos haga tomar conciencia de que la alimentación es algo muy serio que afecta a muchas áreas de nuestra vida y a la salud del planeta. Gracias a esta campaña hemos llegado en redes sociales a 244.000 personas.
En total, más de 1.800.000 personas han interactuado o visibilizado el mensaje de la campaña en Euskadi. Seguirá activa en redes sociales, por lo que desde Enraíza Derechos os invitamos a seguir compartiendo todos los materiales para llegar a mucha más gente!