La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo preocupante: una de cada tres mujeres se ve afectada por algún tipo de violencia de género y cada 11 minutos una mujer o niña muere asesinada por un familiar. #25N2022
Hace cinco años, el movimiento #MeToo, provocó una movilización mundial que manifestó la urgente necesidad de prevenir y responder a la violencia contra las mujeres. Desde entonces, ha habido una sensibilización y un impulso sin precedentes para poner este tipo de violencia sobre las mesas de las agendas gubernamentales, con leyes y políticas, servicios esenciales y estrategias de prevención.
Pero al mismo tiempo se ha producido un incremento de los movimientos antiderechos, incluidos los grupos antifeministas, lo que ha provocado una reducción del espacio reivindicativo, una reacción contra las organizaciones de derechos de las mujeres y un aumento de los ataques contra estas activistas.
Un obstáculo para alcanzar igualdad
La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad que disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”
Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas. Por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y ejercer el derecho a la educación de las niñas, sino que también restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.
Relación entre inseguridad alimentaria y violencia contra las mujeres
Un estudio realizado por Naciones Unidas titulado "La violencia contra las mujeres durante el COVID.19" muestra cómo la pandemia socavó la sensación de seguridad de las mujeres, tanto dentro como fuera del hogar, y tuvo considerables efectos adversos en su bienestar mental y emocional. Los factores de estrés socioeconómicos, como la presión financiera, el empleo, la inseguridad alimentaria y las relaciones familiares, se destacan por tener efectos importantes no solo en la percepción de seguridad (o violencia), sino también en el bienestar general de las mujeres.
Además de la violencia contra las mujeres ejercida durante la pandemia, hay otras repercusiones adversas de esta crisis que agravan la vulnerabilidad o el nivel de desesperación de muchas mujeres que experimentan violencia. En particular, la encuesta incluyó preguntas sobre las formas en que la pandemia está afectando la salud mental y emocional (estrés, ansiedad, confianza, etc.) y la seguridad alimentaria de las mujeres es un factor importante.
Y una encuesta telefónica similar realizada por el Banco Mundial acerca de la violencia de género en Indonesia, detectó que la inseguridad alimentaria en los hogares es uno de los principales indicadores de exposición a la violencia de género.
La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. La promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin poner fin a la violencia contra mujeres y niñas primero.