Artículo escrito por Mauricio Cárdenas y Juan Lucas Restrepo y publicado en Planeta Futuro - El País. Esta crisis debería impulsarnos a redefinir la manera en que nos alimentamos como humanidad. La investigación agrícola puede desempeñar un papel crucial en la transformación de los sistemas alimentarios, haciéndolos más sostenibles y resilientes.
La pandemia de la covid-19 debería impulsarnos a redefinir la manera en que nos alimentamos como humanidad. Hoy el mundo tiene ante sí una oportunidad única para adoptar medidas de largo alcance para promover dietas más sanas, motivar a los agricultores a producir una gama más variada de alimentos y fortalecer la colaboración entre los sectores agrícola, alimentario y de salud pública. La investigación agrícola puede desempeñar un papel crucial en la transformación de los sistemas alimentarios, haciéndolos más sostenibles y resilientes.
Es evidente lo necesario del cambio. Para comenzar, las dietas poco sanas son uno de los principales factores de riesgo de fallecimiento por la covid-19. El virus SARS-CoV-2 afecta desproporcionadamente a personas con sobrepeso, diabetes o con cardiopatías, todas ellas afecciones vinculadas a dietas de baja calidad.
Asimismo, esta crisis ha puesto al desnudo la extrema fragilidad del sistema alimentario global. Las medidas de distanciamiento social y confinamiento para limitar la propagación del virus han reducido de manera importante los ingresos de las personas y, en consecuencia, la demanda global de alimentos. El declive resultante de los precios de los alimentos entre enero y mayo de 2020 ha afectado profundamente el sustento de cientos de miles de pequeños agricultores en todo el planeta.
Más aún, los cierres de restaurantes y escuelas, las disrupciones logísticas y la falta de mano de obra migrante han hecho que se desperdicien inmensas cantidades de producción agrícola. Muchos agricultores sienten una incertidumbre cada vez mayor sobre cuándo iniciar un nuevo ciclo de cultivos, aunque algunos productores altamente competitivos han prosperado: por ejemplo, las exportaciones brasileñas de soja a China alcanzaron un máximo histórico en los primeros cinco meses de 2020.
Sin embargo, considerando la fragilidad del sistema alimentario, cualquier contracción adicional de la oferta o restricción de las exportaciones podría revertir rápidamente las tendencias recientes de los precios, que podrían elevarse significativamente y socavar todavía más la seguridad alimentaria global.
En el corto plazo los gobiernos no solo deben proporcionar apoyo financiero a personas y empresas afectadas por la pandemia, sino también tomar medidas para prevenir una crisis alimentaria.
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Imagen de Elaine Casap_Unsplash