Hoy queremos hablaros del libro de Martín Caparrós “El Hambre”. Nuestra compañera María Teresa de Febrer nos cuenta sus impresiones (publicadas en la Revista Alandar) después de haber leído un libro que nos interpela sin excusas:
Desde que apareció en España el libro titulado “El Hambre”, de Martín Caparrós, lo tengo en mis manos y me siento interpelada por sus protagonistas, la mayoría mujeres “porque, entre otras cosas, este es un libro hecho de mujeres como un cuerpo está hecho de agua […] Y parece como si el hambre fuera sobre todo cosa de mujeres: el 60% de los hambrientos del mundo son mujeres”. En efecto, el testimonio de Aisha, Royeka, Taslima, Shahalla, Angelina y muchas más es el testimonio de mujeres hambrientas unidas a hombres que, con toda normalidad, las abandonan, quedando con sus hijos a los que no pueden alimentar, que les ven morir porque el hambre les ha dejado sin un soplo de vida. Como afirma Martín Caparrós, “Son muertes que no salen en los diarios. No podrían: colapsarían los diarios. En los diarios sale lo inhabitual, lo extraordinario”.
“El hambre es –para Martín Caparrós- un proceso, una lucha del cuerpo contra el cuerpo. […] Hubo tiempos en que el hambre era un grito, pero el hambre contemporánea es, sobre todo, silenciosa: una condición de los que no tienen la posibilidad de hablar. Los que no comen, generalmente, callan. O hablan donde nadie les escucha.[…] El hambre es el mal que más personas sufren.” Afirma el autor que “El hambre tiene muchas causas. La falta de comida ya no es una de ellas. La causa principal del hambre en el mundo es la riqueza: el hecho de que unos pocos se queden con lo que muchos necesitan, incluida la comida”. Esta y cuantas afirmaciones aparecen en el libro se presentan desgranadas, argumentadas, justificadas, “Aunque -como pone de manifiesto el autor- las cuentas del hambre suelen ser vagas, imprecisas: así las prefieren los que cuentan. […] Las cifran varían: es muy difícil calcular con precisión cuántas personas pasan hambre. La mayoría vive en países con Estados precarios, incapaces de registrar a buena parte de sus ciudadanos y las organizaciones que tratan de contarlos tiene que usar, en lugar de censos detallados, cálculos estadísticos”.
Todas y cada una de las páginas del citado libro –y son más de 600- interpelan enérgicamente al lector, dejando muy claro, que la realidad del hambre hoy no se justifica porque, si bien durante siglos las hambrunas no tenían solución, hoy “El mundo produce más comida que la que necesitan sus habitantes; todos sabemos quiénes no tienen suficiente”. El hambre hoy “es más brutal, más horrible que hace cien o mil años. O, por lo menos, mucho más elocuente de lo que somos”. Y para muestra un botón: “Estados Unidos gasta 1.760 millones de dólares diarios en sus fuerzas armadas. Ese dinero alcanza y sobra para darle cada día a cada uno de los 800 millones de hambrientos del mundo los dos dólares que necesitan para comer, para que nadie más se quede sin comida.”
Desde la colonización/descolonización, al tráfico descontrolado de armas mundial (gran negocio), pasando por las nefastas políticas de las grandes potencias, secundadas por organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como la falta de reacción de la ciudadanía frente a los reiterados incumplimientos de los compromisos adquiridos por sus gobiernos respectivos, dan como resultado la escandalosa e injustificable lista de personas que, día a día, son víctimas del hambre. Por no hablar de la “apropiación” de tierras que están realizando países y grandes corporaciones “porque no quieren depender del comercio internacional para conseguir los alimentos que precisan” y porque es un buen negocio. Lorena, Nyayiyi, Abi, Nynkuma… son mujeres, entre millones de personas que tienen hambre; lo sabemos y no les damos de comer.