El informe “Perspectivas Agrícolas 2023-2032”, realizado por la OCDE y la FAO, evalúa el panorama para los próximos 10 años de los mercados de productos básicos agrícolas y pesqueros, a escala nacional, regional y mundial, en un contexto de riesgos económicos continuos, incertidumbre y altos precios de la energía.
El aumento de los precios de los insumos agrícolas registrado en los dos últimos años despertó inquietud con respecto a la seguridad alimentaria mundial. El informe de este año de la OCDE y la FAO muestra que el aumento de los costos de los fertilizantes puede provocar que los precios de los alimentos sigan incrementándose.
Los precios de los alimentos podrían subir
Un análisis de escenarios estima que por cada aumento del 1% en los precios de los fertilizantes, los precios de los productos básicos agrícolas aumentarían un 0,2%. Si bien este escenario se centra en el vínculo entre los fertilizantes y los productos básicos agrícolas, las fluctuaciones en los precios de la energía, las semillas, la mano de obra y la maquinaria afectarían también los precios de los alimentos.
El informe “Perspectivas Agrícolas 2023-2032” proporciona estimaciones mejoradas para el consumo de alimentos al incorporar métodos analíticos para calcular su pérdida y desperdicio. De esta manera contribuyen al trabajo de medición requerido para formular políticas públicas basadas en evidencias para apoyar la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en los ámbitos de la venta al por menor y del consumidor, así como disminuir las pérdidas de alimentos dentro de las cadenas de producción y de suministro para 2030.
La guerra sigue añadiendo incertidumbre en los precios de los alimentos, la energía y los insumos. Al comienzo de la guerra, la reducción de la disponibilidad de cereales y fertilizantes despertó gran preocupación en los mercados mundiales. Un año después, los problemas de suministro se aminoraron gracias a la aplicación y a ampliaciones subsiguientes de la Iniciativa de Granos del Mar Negro, aunque su continuidad está actualmente en cuestión, ya que recientemente Rusia no ha renovado el acuerdo.
En este contexto, se prevé que el consumo mundial de alimentos aumentará un 1,3% al año durante la década, un ritmo más lento que el de la década anterior debido a la desaceleración prevista del crecimiento de la población y al aumento del ingreso per cápita. Son destacables las diferencias entre regiones. Así, por ejemplo, mientras en Europa el 60% de las proteínas consumidas provendrán de fuentes animales, en los países de bajos ingresos será menos del 20%.
Menos de la mita de la producción para consumo humano
Menos de la mitad de la producción de productos agrícolas básicos se destinan a la alimentación humana; alrededor del 30% se dedica a alimentación de ganado, alrededor del 10% a producción de agrocombustibles y en torno a un 15% a otros usos.
El crecimiento mundial de la producción de cultivos se verá impulsado sobre todo por una mayor productividad y no por un aumento en el uso de la tierra. Por consiguiente, resulta esencial la inversión dirigida a aumentar los rendimientos y a mejorar la gestión de las explotaciones agrícolas. Bajo el supuesto de que los avances en el fitomejoramiento y la transición a sistemas de producción más intensivos continúen, se prevé que, durante el periodo 2023-2032, el 79% del crecimiento de la producción mundial de cultivos se deberá al aumento del rendimiento, 15% a la expansión de las tierras de cultivo y 6% a la creciente intensidad de los cultivos.
Efectos en el medio ambiente
En el informe se señala que se prevé que la contribución de la agricultura a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), aumentarán un 7,6% en los próximos 10 años. A nivel mundial, el crecimiento de las emisiones de GEI será menor que en el decenio anterior y menor que el crecimiento proyectado de 12,8% en la producción agrícola, lo cual indica una disminución más rápida en la intensidad de carbono de la producción agrícola.
Sin embargo, es preciso adoptar de manera amplia medidas pioneras para garantizar que el sector agrícola contribuya de forma eficaz a la mitigación del cambio climático, como se establece en el Acuerdo de París sobre cambio climático, en especial en lo que concierne a la ganadería que, según estimaciones, representa 80% del aumento de las emisiones de GEI provenientes de la agricultura. Al mismo tiempo, los sistemas de producción agrícola enfrentan el reto de adaptarse a los cambios del clima, lo que incluye fenómenos climáticos extremos más frecuentes e intensos.