El caballo negro del hambre

Yolanda Guerrero

El Día Mundial de la Alimentación 2014 alerta sobre la urgencia de erradicar una lacra que afecta ya a más de 800 millones de personas. Los Días Mundiales sirven para mucho. Pero quizá la más importante de sus utilidades sea concienciar a la humanidad de que las utopías a veces pueden hacerse realidad con algo, o mucho, de esfuerzo colectivo. Y no hay utopía más deseable que aquella que sirve para preservar la vida desde sus cimientos básicos.

Yolanda Guerrero

El Día Mundial de la Alimentación 2014 alerta sobre la urgencia de erradicar una lacra que afecta ya a más de 800 millones de personas. Los Días Mundiales sirven para mucho. Pero quizá la más importante de sus utilidades sea concienciar a la humanidad de que las utopías a veces pueden hacerse realidad con algo, o mucho, de esfuerzo colectivo. Y no hay utopía más deseable que aquella que sirve para preservar la vida desde sus cimientos básicos.

El hambre cabalga sobre el caballo negro del Apocalipsis y es un virus más mortífero y de contagio aún más masivo que el ébola o la malaria. Las cifras son aterradoras: 868 millones de personas sufren desnutrición, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés). Alrededor de 24.000 seres humanos mueren cada día de hambre o por causas relacionadas con ella. Un 75% son niños menores de cinco años, de acuerdo al Proyecto Hambre de la ONU. Y en los países en desarrollo, precisa la organización humanitaria Care, un 10% de los niños pierden la vida por este motivo antes de cumplir cinco años.

Sin embargo, estos datos deben ser observados bajo el prisma que da la visión de conjunto necesaria para entender los orígenes del hambre en el siglo XXI. Porque, a diferencia de las crisis padecidas especialmente en África durante los años setenta y ochenta del siglo pasado, y según nos recuerda el Institute for Food and Development Policy, hoy la hambruna y las guerras causan solo un 10% de las muertes por hambre, aun cuando éstas sean las que acaparen más atención. La mayoría de las muertes por hambre se deben a desnutrición crónica porque las familias, sencillamente, no consiguen suficientes alimentos debido a la extrema pobreza en la que viven.

De ahí el protagonismo indiscutible de la promoción y desarrollo de la agricultura familiar como principal herramienta para erradicar el hambre del planeta. Ya lo advirtió en los años sesenta y setenta el premio nobel indio-bangladesí-británico Amartya Sen con lo que se llamó la teoría de las capacidades. Para este filósofo y economista, el hambre no se produce por una insuficiente producción de alimentos, sino por la falta de capacidades de la población de acceder a ellos como consecuencia de una injusta distribución o de la ausencia de recursos, lo que en aquellos momentos contradecía los principios de la teoría económica tradicional. Pero tenía razón Sen. El acceso o la capacidad de la población de acceder a los alimentos, principalmente produciéndolos y conservándolos, es el único camino hacia la seguridad alimentaria, la nutrición y la meta final: el Reto del Hambre Cero, la iniciativa propuesta por la secretaría general de la ONU y que no por lejana deberíamos dejar de considerar alcanzable.

Contaba Amartya Sen que la hambruna desatada en Bangladesh en 1974 no fue debida a la escasez alimentaria como resultado lógico de las inundaciones que aquel año asolaron el país, sino al incremento desmedido del precio de los alimentos y al desempleo masivo entre los obreros agrícolas, lo que anuló completamente su poder adquisitivo. Las catástrofes naturales son precisamente eso, naturales. El hambre, no. El hambre tiene su origen en la mano humana y de ella debe venir la solución.

El tercer jinete del Apocalipsis monta un caballo negro, según quien lo describe. Dice el evangelista que porta unas básculas de pesaje y señala los precios del trigo y la cebada, alimentos básicos para la vida, que suponen el salario de un día. Así nace el hambre. Y así debe acabar. De ahí lo acertado del lema la campaña del Día Mundial de la Alimentación 2014: Derecho a la alimentación: URGENTE que desde hace más de una decada viene trabajando porque este derecho se haga efectivo.

 

Fotografía con licencia CC de Tonymadrid Photography

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