José María Medina Rey, director de Prosalus y profesor de la Universidad Loyola Andalucía
¿Un nuevo modelo de Estado, no solo democrático y social sino también sostenible? Esta podría ser una de las conclusiones del IV Congreso Internacional de Estudios del Desarrollo, coorganizado por la Red Española de Estudios del Desarrollo (REEDES), la Universidad Loyola Andalucía y su Instituto de Desarrollo (la Fundación ETEA), que se celebró la semana pasada en Córdoba.
Durante tres días, los diálogos, debates y reflexiones, en las que han participado más de 200 personas de 16 países implicadas en la investigación sobre el desarrollo sostenible, se han centrado en la investigación sobre el desarrollo frente a los límites de la globalización, con el foco puesto en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y sus ODS, que desde final de 2015 orientan el esfuerzo de Naciones Unidas en el campo del desarrollo.
Partiendo de la magnífica conferencia inaugural de Adela Cortina, que llamaba la atención sobre el peligro de que la investigación científica quede encerrada y ensimismada en lugar de salir al encuentro de la realidad, de los diferentes actores sociales y políticos, para buscar con ellos las alternativas a los desafíos de nuestro tiempo, diferentes momentos del congreso han buscado respuestas sobre el papel que debe jugar la Universidad ante los retos del desarrollo inclusivo y sostenible.
Se han presentado más de un centenar de comunicaciones organizadas en torno a los grandes desafíos de la Agenda 2030, líneas de investigación que están intentando hacer aportes relevantes para la implementación de los ODS.
En la última mesa previa a la clausura se evidenciaron los temores que despiertan los escasos avances en algunos aspectos clave de la Agenda, como son los retos del cambio climático, y se planteó la necesidad de un cambio de paradigma en el modelo de desarrollo, aunque sin precisar sus contornos, sus claves, pero sí la certidumbre de la necesidad de cambio.
Personalmente, salí del congreso con la idea de que esta Agenda nos plantea un cambio de civilización: si se cumplen los objetivos marcados por la Agenda, dentro de unos años estaremos ante una civilización nueva, con características significativamente diferentes a las actuales; y si no se cumple, se cierne sobre nosotros una sombra, un peligro de fin de nuestra civilización tal como la conocemos hoy. Entre esos dos extremos, una amplia gama de grises y la incertidumbre de los efectos que cada gradación puede tener.
Y junto a esta idea, la pregunta de si el actual modelo de Estado es el adecuado para responder a los desafíos de esta Agenda. En los últimos siglos, los grandes cambios sociopolíticos han venido acompañados de cambios del modelo de Estado, pasando de un Estado feudal o uno moderno, de un Estado liberal a uno democrático y, por fin, social. ¿Es adecuado y suficiente el actual modelo de Estado para responder a los desafíos del desarrollo sostenible? ¿Qué modelo de Estado -y de relación entre Estados- necesitamos para este cambio que nos acerque a la sostenibilidad global?
Hay que reconocer al equipo de esta universidad jesuita que se ha encargado de la organización, tanto profesores como alumnos, una ejecución impecable en perfecto equilibrio entre la profesionalidad y la frescura, la formalidad y la calidez, conjugando la madurez y la veteranía con la implicación de sus jóvenes promesas. Imágenes del IV Congreso