Soy Carmen Peñaranda y este es mi primer viaje a terreno con Enraíza Derechos.

El martes la jornada comenzó con reuniones institucionales junto a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en las que sentamos las bases para seguir trabajando en común.

Más tarde, tuvimos nuestro primer encuentro con ENDA PRONAT, una de nuestras nuevas socias locales en Senegal. Aún no hemos podido visitar el proyecto en terreno en la comunidad de Ndiob, ya que queda fuera de Dakar, pero sí compartimos una comida y un espacio de trabajo muy enriquecedor con su equipo. Nos recibieron Jan-Michel, su director, y Mamadou Sou e Isidore, con una generosidad y profesionalidad que nos dejó una impresión maravillosa. Nos encantaría seguir construyendo con ellos; son jóvenes, comprometidos y tienen mucha energía. Además, descubrimos que están conectados con otras de nuestras socias, tejiendo una red sólida y prometedora.

Por la tarde nos desplazamos a las afueras de Dakar, a la zona periurbana de Keur Massar, donde por fin conocí a la famosa Fatou. Una socióloga senegalesa que emigró a Europa y decidió volver para contribuir al desarrollo de su comunidad. Tras muchos años trabajando en organizaciones de cooperación decidió montar una propia, SUXALI-JIGEEN y su fuerza y compromiso nos hacen querer apoyarla en su desarrollo y sus proyectos. Allí participamos en una formación impulsada por el Consejo Senegalés des Mujeres (COSEF por sus siglas en francés - Conseil Sénégalais des Femmes) en colaboración con SUXALI-JIGEEN.

En la formación nos encontramos con cincuenta mujeres electas representantes locales, donde se trataban las discriminaciones legales que aún persisten en Senegal, a pesar de la ley de paridad de 2010. Fue un privilegio verlas en acción, con tanta sabiduría y tan determinadas a que sus voces se escuchen para que las jóvenes se empoderen y ocupen espacios políticos. Y también nos hablaron de su necesidad de formación en herramientas digitales para poder organizarse mejor.

Y, como no podía faltar, nos invitaron a comer, envolviéndonos en su hospitalidad y fuerza colectiva.

Hoy ha sido otro día muy especial. Hemos pasado la segunda noche en la Pouponnière, un orfanato que también funciona como internado para niñas en formación profesional y alquilan habitaciones para tener más recursos. Esta mañana visitamos el centro y, como podéis imaginar, fue profundamente conmovedor. Es imposible no sentir un nudo en la garganta al mirar los ojos de esos niños y niñas.

Después partimos hacia la región de Fatick, rumbo al delta del Sine Saloum, una zona preciosa, llena de manglares y biodiversidad. Aquí nos esperaban nuestros aliados de SAPOP, con quienes llevamos años colaborando. Cheikh, su representante, nos acompañó hasta el pueblo de Faouye, donde conocimos a un grupo de mujeres excepcionales que, gracias al apoyo de Enraíza a través del programa BEST África, han creado una asociación de transformación de productos.

Con sus vestidos coloridos y su entusiasmo contagioso, nos mostraron su centro de transformación: producen crema de cacahuete, pan, mermeladas de mango y moringa, entre otros productos. También fuimos con ellas a sus parcelas de recolección de sal, una actividad que desarrollan en condiciones durísimas, fruto de la salinización del suelo agravada por el cambio climático. Las familias extraen la sal de la tierra entre las 6 y las 10h de la mañana y de 14 a 16h, a pesar del calor sofocante. Nos contaron que exportan sal a Mali y la venden a pescadores locales: una muestra de cómo, aún en condiciones difíciles, la resiliencia y la innovación de estas mujeres sostienen la vida.

Pero también quisimos ver el otro lado de la moneda. Cheikh nos llevó a visitar un proyecto anterior, en el que se había invertido para poner en marcha huertos ecológicos, producción avícola y un pozo. Hoy, sin embargo, el proyecto no parece estar operativo. No porque no haya potencial, sino porque sostener estas iniciativas en el tiempo es complejo. Lo contamos porque creemos en una cooperación honesta, que reconoce sus logros pero también sus límites. Y porque aprender de lo que no funciona también es construir futuro.

Seguimos con el corazón lleno, los sentidos despiertos y muchas ganas de seguir aprendiendo. ¡Gracias por acompañarnos en este viaje!

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