
Entre finales de junio y primeros de julio hemos vivido una semana intensa en Sevilla. Para alguna de nosotras era la primera vez en una conferencia de Naciones Unidas: miles de personas desplazadas para escuchar y debatir propuestas para tratar de forzar agendas que muevan la aguja hacia un futuro más esperanzador.
Las conferencias comienzan mucho antes de la inauguración. Las organizaciones sociales trabajan duro muchos meses antes para conseguir que el documento de propuestas a debatirse sea lo más ambicioso posible. El documento final, el llamado “Compromiso de Sevilla” que se iba a discutir del 30 de junio al 3 de julio en Sevilla, se cerró con mucho cuestionamiento por parte de las organizaciones sociales porque fueron excluidas del proceso final de negociación y porque algunos de los países que forman parte del motor económico actual: Reino Unido, Japón, o la misma Unión Europea, entre otros… decidieron bloquear las iniciativas más ambiciosas para que nada cambie. Propuestas que iban encaminadas a abordar la tributación especial para las grandes fortunas y los beneficios extraordinarios, la reestructuración y cancelación de la asfixiante e ilegítima deuda que impide el desarrollo de los países del sur global o la democratización de las instituciones financieras internacionales.
Vivir el Foro de Sociedad Civil ha sido un regalo
Sin duda, lo más emocionante fue el Foro de Sociedad Civil, que se celebró previo a la Conferencia. Fue un regalo escuchar los turnos de palabra de todas aquellas personas de toda las edades y continentes para decir alto y claro lo que necesitan y demandan: que se les dé voz para decidir su propio futuro y desarrollo, que se deje de “tutorizarlos” y, sobre todo, que se deje de expoliar sus recursos y que se cancelen las deudas que asfixian a los países más empobrecidos. Deudas que impiden que la ciudadanía tenga acceso a servicios públicos de salud y educación o que los Estados se puedan hacer frente a las consecuencias de un clima cada vez más inclemente, cansado de tanto abuso.
Encuentro con Pedro Sánchez y Pablo Bustinduy
Durante la Conferencia, y dentro del espacio de Futuro en Común que aglutina a más de 60 organizaciones y plataformas, mantuvimos dos reuniones destacadas: un encuentro con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y otro con el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, en los que trasladamos la necesidad de una fiscalidad global justa, la cancelación de la deuda, el cumplimiento del 0,7% en cooperación, una política exterior coherente con los derechos humanos y los compromisos climáticos y la coherencia de políticas. Además, organizamos junto con más organizaciones y coordinadoras un evento paralelo sobre cómo avanzar hacia métricas del desarrollo que contemplen otros indicadores más allá del PIB, para incorporar variables ambientales, sociales y de respeto a los derechos humanos.
Balance agridulce de la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo
Parece que el resultado final de la Conferencia deja una pequeña ventana abierta a la esperanza, a pesar del sabor agridulce. Durante la clausura, la vicesecretaria general de la Naciones Unidas, Amina J. Mohammed, señaló que las delegaciones oficiales realizaron “un intento serio y largamente esperado de afrontar la crisis de la deuda”. Puede que esta cosa llamada multilateralismo, es decir la solidaridad entre naciones para sostener la convivencia y el desarrollo que surgió después de la II Guerra Mundial, y que en los últimos años y meses se ha visto seriamente dañada, puede que aún siga siendo una pieza clave de diálogo y de colaboración entre Estados.
Cuando se llega tan abajo, quedan pocas opciones: abandonarse a la oscuridad del fondo o nadar para salir a flote. ¿Elegimos?