2022 terminó con la aprobación en las Cortes de la Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global, casi por unanimidad (salvo 2 votos en contra). Falta la ratificación final en el Congreso.
Fuente: Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo
La Coordinadora de Organizaciones de Desarrollo ha participado activamente en el proceso, logrando la inclusión de buena parte de las demandas del sector y un clima de diálogo y concertación. Trabajo de muchos y muchas que ha permitido que esta sea una política compartida que, sin perder su ambición y capacidad transformadora, ha sido capaz de incluir diferentes sensibilidades y reflejar de forma nítida el apoyo social mayoritario que existe por cooperar y contribuir al bien común en el planeta que nos acoge.
Avances de la Ley
Es de justicia agradecer a la administración y a los diferentes grupos políticos, a los que tan a menudo criticamos (no sin razones), por el trabajo y la disposición mostrada en todo este proceso. Los avances de esta Ley son significativos y muy necesarios:
- Por un lado, el enfoque: una ley adaptada a los tiempos, articulada con la Agenda 2030, con vocación transformadora y enfoque feminista, integrando los desafíos ambientales y de desigualdad económica y de género.
- Por otro, el presupuestario: se dictamina que alcanzaremos el 0,7% antes de terminar la década y que el incremento será progresivo con compromisos plurianuales reflejados en los Planes Directores; además de incluir compromisos específicos para la Acción Humanitaria (10% de la AOD) o para la Educación para la Ciudadanía Global (a ser concretado en el Plan Director).
- En tercer lugar, porque apunta las reformas institucionales y reglamentarias que permitan a todos los actores de la cooperación ser más eficientes y eficaces como: la reforma de la AECID, el estatuto de la persona cooperante, el Consejo Superior de Cooperación, el real decreto de subvenciones o los instrumentos de cooperación financiera (FEDES).
El camino recorrido
2022 ha sido también el año de la aprobación de los primeros Presupuestos Generales del Estado para 2023 que marcan un cambio de tendencia en la tan castigada Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Si bien el resultado no es tan dulce como el de la Ley, los avances han sido importantes respecto a los anteriores. Parece que, aunque con sus matices, cruzaremos la línea del 0,3% de AOD. Vemos luz en muchos aspectos:
- con el fortalecimiento presupuestario de la AECID y del Ministerio de Asuntos Exteriores.
- con el refuerzo de la cooperación bilateral.
- con la consolidación del cambio de tendencia de la década pasada y el incremento de fondos para la ejecución de intervenciones de cooperación por parte de las ONGD (aunque sea tímido e inferior a sus capacidades de ejecución).
Por el contrario, nos generan algunas dudas la inclusión como AOD de partidas de los Ministerios de Sanidad y Derechos Sociales, que, aunque necesarias, no son propiamente de desarrollo e inflan el cálculo.
2022 también ha sido un año de intensa actividad en el Consejo de Cooperación para el Desarrollo; un año en que La Coordinadora ha tenido la responsabilidad de presidir su Comité de Seguimiento. Desde el Consejo se ha impulsado el proceso de reforma y se ha realizado un amplio número de dictámenes, informes y declaraciones de un gran nivel de calidad y consenso. Se han tratado temáticas como la cooperación financiera, la cooperación multilateral, la situación de la AOD, las orientaciones para una cooperación feminista o el concepto de coherencia de políticas; y se han realizado declaraciones sobre los sucesos de la frontera de Melilla o la guerra de Ucrania.
Los próximos desafíos
Pero lo importante pasadas estas fiestas ya no va a ser el Año CERO sino el año UNO. Necesitamos llevar la voz de la cooperación a los procesos electorales locales, autonómicos, y estatales que se producirán a lo largo de 2023. Las nuevas administraciones y gobiernos resultantes deben dar un decidido paso adelante por una mayor y mejor cooperación, con la ambición que los tiempos nos exigen.