Aumenta el hambre con la 3ª crisis mundial de precios de alimentos

Estamos ante la tercera crisis mundial de precios de los alimentos en 15 años, debido a la resistencia a reformar los sistemas alimentarios para tener más capacidad de adaptación ante los conflictos y el cambio climático.

Con la invasión a Ucrania y las malas previsiones sobre las cosechas, los precios de exportación de trigo registraron durante el mes de marzo máximos en los últimos 14 años. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) registró el 8 de abril el tercer récord consecutivo en su índice de precios de los alimentos, siendo un 34% más alto que el año anterior.

El hambre sigue aumentando en 2021

Esta subida disparada ha agravado el hambre en muchas de las regiones más pobres y vulnerables del mundo. Por ejemplo, la subida del precio del trigo ya ha repercutido en el precio del pan en muchos países: en Sudán casi se ha duplicado, en Líbano ha aumentado un 70% y el coste de la importación de trigo ha subido un 33% en Kenia y Egipto; este último es el mayor importador de trigo del mundo y se ha visto obligado a solicitar ayuda al Fondo Monetario Internacional.

En 2020 con la pandemia los índices del hambre se elevaron hasta un 8,4%, dejando a 811 millones de personas en situación de desnutrición. Según el informe SOFI (por sus siglas en inglés) que estudia la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado a primeros de julio, el hambre en el mundo aumentó todavía más en 2021: entre 702 y 828 millones de personas padecían hambre. La cifra ha aumentado en unos 150 millones desde la irrupción de la pandemia de la COVID-19: 103 millones entre 2019 y 2020 y 46 millones más en 2021. Según las previsiones ¡en 2030 estaremos igual que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030!

Recomendaciones de 2008 que siguen sin tenerse en cuenta

Parece que desde la crisis alimentaria de 2008-2011 hemos “aprendido poco” o más bien no hemos querido tomar en cuenta las recomendaciones. Entonces ya se habían identificado varios factores estructurales: en lugar de confiar excesivamente en los mercados internacionales para garantizar la seguridad alimentaria de su población, los Estados deberían reforzar su agricultura prestando especial atención a la pequeña producción para reducir el nivel de dependencia del comercio internacional y hacer a los países más resilientes ante este tipo de situaciones.

El Informe especial del IPES-Food, publicado en mayo y titulado “¿Otra tormenta perfecta?”, insta a los gobiernos a que tomen medidas urgentes:

  • Apoyar a los países importadores de alimentos, incluso con la reducción de deuda
  • Combatir la especulación con materias primas y hacer que el mercado sea más transparente
  • Diversificar la producción de alimentos
  • Reducir la dependencia de fertilizantes y energías fósiles para su producción
  • Acelerar las reservas regionales de cereal y los sistemas de protección de la seguridad alimentaria
  • Pensar y reestructurar los flujos comerciales de los alimentos

Todas las personas tenemos derecho a acceder a alimentos nutritivos y a dietas saludables y asequibles. Los países con menores ingresos y con escasos recursos públicos, donde la agricultura es esencial para la economía, el empleo y los medios de vida rurales, pasan hambre e inseguridad alimentaria o malnutrición. Para paliar esta situación necesitan apoyo y financiación internacional. Es prioritario apostar por sistemas agroalimentarios saludables y sostenibles como inversión para las generaciones futuras.

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