Escrito por Emmanuel Decordier. Acompañé el nacimiento de la Fundação Encontro hace ya 7 años. Era entonces una semilla de esperanza regada por la ilusión, el compromiso y el corazón de seres humanos dedicados a otros seres humanos viviendo en las comunidades asentadas en Massaca, una localidad remota de Mozambique. Es hoy una muestra del verdadero desarrollo: lento, arduo y, a la vez, esperanzador y sostenible en el tiempo. La hermana Quiteria, María José, Antonio, Gonzalves, Ana, Luisa, Mambo, Inés, Maru, João, Almerinda, así como todas las personas voluntarias del grupo de sensibilización comunitaria Khumbuka, son para mí un ejemplo de resistencia pacífica en la lucha contra la pobreza extrema que azota el país. De todas estas personas me siento orgulloso y también muy pequeño frente a su grandeza humana.
La Fundação ENCONTRO acompaña en su día a día a las mamás embarazadas para que no se mueran por las complicaciones del parto en sus propias casas, a las personas con VIH-Sida cuidándolas y velando por la buena marcha de su tratamiento cuando tienen la suerte de contar con ello, a los niños huérfanos vulnerables y desamparados. Lejos del discurso vacío de los políticos de turno, la Fundação ENCONTRO continúa su labor cotidiana sin descanso. Proporciona aulas de alfabetización y formación de autoempleo para fomentar oportunidades sociales y crear un mercado local. También atiende a bebés desnutridos con apoyo nutricional y mucho cariño; distribuye semillas en las huertas familiares y comunitarias; alza su voz en las instituciones locales para visibilizar las necesidades y dificultades de sus hermanos y hermanas.
Aquí la falta de agua y de comida se siente y se sufre en cada rincón de la aldea. No todo el mundo en este planeta bebe o se alimenta cuando lo necesita. Este hecho sabido se queda corto cuando tocamos con nuestra retina esta verdad. Yo nunca he tenido que preocuparme para beber agua cuando mi organismo siente sed ni tampoco para encontrar alimentos cuando siento hambre. No conozco la falta de recursos para ser atendido y curado cuando me enfermo. Aquí es sinónimo intrínseco de angustia, dificultades y peligro para la vida. No existe atajo en caso de emergencia. La pobreza aquí se ve, es latente y se halla unificada, en todas partes: en cada persona, cada casa, cada ser vivo, cada gota de lluvia, cada semilla. Es el cotidiano de la supervivencia humana que madruga cada amanecer con valentía y dignidad.
Pero no hablamos demasiado de ello en nuestra reunión de despedida, todos aquí ya conocemos esta realidad y sabemos que “a luta continua”, ayer, hoy y mientras haga falta. Todo cupo en el último e inmenso abrazo, con profundo respeto, amor y agradecimiento mutuo. Khanimambo Fundação ENCONTRO. ¡Estamos juntos!