El acceso al saneamiento es un derecho humano clave para la vida, la salud, la nutrición y el desarrollo humano, así como un componente necesario para asegurar la sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, actualmente, una de cada 10 personas se ve obligada a defecar al aire libre (OMS/UNICF 2015). Se calcula que 2.400 millones de personas no tienen acceso a saneamiento adecuado.
Las consecuencias para todas las personas que no ven reconocido el derecho al saneamiento afectan, en primer lugar, a su dignidad. Además, las muertes infantiles por malas condiciones de saneamiento y el agua insalubre se elevan a más de 300.000 cada año. Según la Organización Internacional del Trabajo, la transmisión de enfermedades en el lugar del trabajo debido, principalmente, a las malas condiciones de saneamiento e higiene, causa el 17% de todas las muertes relacionadas con el trabajo. Además, la pérdida de productividad debida a enfermedades ocasionadas por la falta de saneamiento y las malas prácticas de higiene cuesta a muchos países hasta el 5% de su PIB (Hutton, 2012).
El saneamiento supone una inversión de alto rendimiento económico y, aún así, es una de las intervenciones en salud pública más rentable. Se calcula que los beneficios del suministro de retretes a la población que vive en zonas rurales que, actualmente, defecan al aire libre son entre cinco y siete veces superiores a los costos.
El saneamiento y la higiene se encuentran estrechamente relacionados y es importante sensibilizar acerca de las ventajas de tener acceso a saneamiento adecuado y llevar a cabo buenas prácticas higiénicas, así como de las desventajas de la defecación al aire libre. En la Agenda 2030 del desarrollo sostenible, la meta 2 del objetivo 6 establece para 2030 el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todas las personas y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y de las niñas, así como de las personas más vulnerables. Para lograr este objetivo se necesita la financiación adecuada además del fortalecimiento de las capacidades en el ámbito de las instituciones locales, regionales y nacionales. Asimismo, hay que fomentar tecnologías y metodologías de trabajo adaptadas a los colectivos y a los contextos vulnerables, tanto en el ámbito rural como en las ciudades de los países menos desarrollados.
En el informe que ha elaborado este año Naciones Unidas con motivo del Día Mundial del Saneamiento se señala también otra reflexión a destacar: “La instalación de retretes y otros servicios de saneamiento crea empleos, ya que el valor de la demanda mundial de agua y servicios de saneamiento sobrepasa los 50.000 millones de dólares (Freedonia, 2013), por lo que existe un enorme potencial por explotar. Si se abordase la provisión de sistemas de saneamiento no solo como una manera de hacer efectivos los derechos de las personas, sino como una oportunidad de negocio a largo plazo, se podría acelerar el progreso y atraer inversiones”. La carencia de saneamiento adecuado es un obstáculo importante para avanzar en la consecución del desarrollo humano sostenible.
Conoce las actividades previstas para el Día Mundial del Saneamiento, el próximo día 19 de noviembre.