Sevilla, 3 julio de 2025

La IV Conferencia de Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4) era una oportunidad para responder, de forma ambiciosa y colectiva, a una crisis que atraviesa todos los sistemas: una arquitectura financiera global que perpetúa desigualdades, una deuda que ahoga a los países del Sur Global, un gasto militar que crece sin freno mientras se recortan derechos, y un modelo económico que sigue premiando la extracción y el lucro por encima de la vida.

Desde Enraíza Derechos, como parte de la plataforma Futuro en Común, que que agrupa a más de 50 redes y organizaciones de la sociedad civil en el Estado español, hacemos un balance agridulce de esta cita internacional.

Un compromiso insuficiente para el momento que vivimos:

El documento final aprobado por los Estados, conocido como Compromiso de Sevilla, no está a la altura de las urgencias globales. Aunque recoge algunas referencias relevantes, carece de compromisos concretos y vinculantes que enfrenten las raíces de la desigualdad o garanticen financiación suficiente y sostenida para los derechos humanos y los bienes públicos globales. Las propuestas más ambiciosas, muchas de ellas impulsadas por países del Sur Global y por la sociedad civil, han quedado fuera.

El freno de los países más poderosos:

La Unión Europea, Reino Unido o Japón bloquearon activamente propuestas clave como una Convención Fiscal de la ONU, un marco multilateral sobre deuda soberana o una Convención sobre cooperación internacional. Se ha optado por proteger un sistema en el que el poder sigue concentrado en unas pocas manos, en lugar de avanzar hacia una arquitectura financiera global más democrática.

Un proceso que cerró puertas a la sociedad civil:

Aunque la sociedad civil española logramos mantener un espacio de interlocución constructivo con el Gobierno de España, en el proceso formal de negociación, Naciones Unidas limitó la participación en la fase final y en la misma Conferencia. La exclusión en las rondas finales de la sociedad civil, la falta de acceso a los textos de negociación y el cierre de espacios de diálogo marcaron un precedente preocupante.

Ante esta situación y como expresión colectiva de este malestar, más de 100 activistas y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo llevaron a cabo una acción pacífica dentro del recinto oficial de la ONU, alzando la voz por la justicia económica, la cancelación de la deuda y por el derecho a participar de forma real y efectiva en las decisiones que afectan nuestras vidas.

Una sociedad civil diversa, articulada y con propuestas:

Mientras las instituciones no estuvieron a la altura, la sociedad civil internacional sí lo estuvo. Más de mil personas participaron en el Foro de la Sociedad Civil previo a la Conferencia, construyendo una agenda común con propuestas transformadoras. Feminismos, ecologismos, sindicatos, juventudes, pueblos indígenas, comunidades migrantes… todas alzando la voz para decir que hay alternativas posibles, urgentes y justas.

Un papel activo desde la sociedad civil en España:

Nuestra plataformas como Futuro en Común,en alianza con las Coordinadoras estatal y andaluza, tuvimos un papel destacado, contribuyendo a la organización del Foro de la Sociedad Civil, la manifestación que recorrió las calles de Sevilla y participando en espacios paralelos. Además, mantuvimos un encuentro con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el que trasladamos propuestas claras: una fiscalidad global justa, la cancelación de la deuda,  el cumplimiento del 0,7% en cooperación y una política exterior coherente con los derechos humanos y los compromisos climáticos. También nos reunimos con el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, para trasladarle nuestra visión de los resultados de la Conferencia y la preocupación por la crisis del multilateralismo en el momento en el que más se necesita, para dar respuesta a los desafíos planetarios que la Agenda 2030 aborda.

Compromiso con el seguimiento y la presión ciudadana:

El cierre de la conferencia no es el final. La vigilancia, la denuncia y las propuestas continuará hasta conseguir las transformaciones estructurales que necesitamos. Desde la sociedad civil seguiremos impulsando normas internacionales vinculantes sobre fiscalidad, deuda y cooperación. Porque los recursos públicos deben dejar de alimentar la destrucción para sostener vidas dignas en todos los territorios.

Sevilla puede quedar en la historia como una oportunidad perdida o como el inicio de un nuevo impulso colectivo. Desde Futuro en Común lo tenemos claro: el futuro no puede seguir dependiendo de reglas hechas para beneficiar a unos pocos. Necesitamos redistribuir poder, recursos y voz.

Y esa transformación solo será posible si se reconoce a la sociedad civil como actor político, con capacidad para construir alternativas desde los territorios, desde la vida cotidiana, desde los márgenes.

Sin nosotras no hay futuro, ¡porque el futuro será común o no será!

Imagen: UN Photo/J.J. Guillén

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