Sin financiación no acabaremos con el desperdicio alimentario

El 29 de septiembre de 2024 se conmemora por quinto año el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos 2024 y hará hincapié en la necesidad crítica de financiación.

Seguimos teniendo entre las manos un problema de enormes dimensiones. En el mundo se pierde aproximadamente el 13% de los alimentos producidos entre la cosecha y la venta minorista. En esta cadena de suministro se perdieron en 2021 el equivalente a 931 millones de toneladas o 120 kilogramos (kg) per cápita. A ello se suma el hecho de que en torno al 19% de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor. Más de un tercio de la producción mundial. Y en 2022, se desperdiciaron unos 1.050 millones de toneladas de alimentos en los hogares, los servicios de comidas y el comercio minorista, el equivalente a 132 kg. per cápita. (PNUMA, 2024).

Dentro de los sistemas agroalimentarios hay áreas que son esenciales para contribuir a la mitigación del cambio climático, como son la pérdida y el desperdicio de alimentos y las dietas bajas en carbono. Sin embargo, estos dos componentes reciben en conjunto menos del 1% de la inversión.

Si hablamos en concreto de desperdicio alimentario, durante 2019 y 2020 tan solo se invirtieron 100 millones anuales. Una cifra insignificante para abarcar todas las necesidades, cuyo cálculo económico asciende a 48.000 millones de dólares.

Es necesario aumentar significativamente la calidad y cantidad de la financiación climática para apoyar proyectos y programas dirigidos a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, porque constituye una solución climática para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, contribuye a mejorar la seguridad alimentaria, posibilitar dietas saludables y a garantizar un futuro en el que la disponibilidad de alimentos no se vea amenazada por el clima, agravando el problema del hambre.

Las investigaciones y estudios recientes señalan que es necesario adoptar medidas, a escala mundial y local, para aprovechar al máximo los alimentos que producimos. Para ello, sería fundamental incorporar tecnologías y soluciones innovadoras, nuevas formas de trabajar y buenas prácticas para gestionar la calidad de los alimentos y reducir las pérdidas.

Cuando quedan seis años para alcanzar la meta 12.3 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 (ODS) es imperativo redoblar los esfuerzos y agilizar las medidas que hagan posible acabar con el desperdicio de alimentos.

En Enraíza Derechos llevamos más de una década trabajando para reducir el desperdicio, siendo una de nuestras líneas de acción principales. Desarrollamos campañas de sensibilización y movilización en centros educativos y hacia la ciudadanía en general para concienciar sobre el impacto que tiene el desperdicio y aportar estrategias para reducirlo. 

En estos años hemos realizado investigaciones sobre el desperdicio en diferentes fases de la cadena alimentaria para conocer su magnitud, causas y poner en marcha iniciativas que luchen contra el desperdicio trabajando en alianza con otros sectores.

Y en los últimos años hemos estado muy activas para lograr una Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario ambiciosa y transformadora que ponga su foco en la raíz del problema. En coordinación con otras entidades formamos el Colectivo Ley Sin Desperdicio para informar a la ciudadanía y exigir a los parlamentarios una ley más valiente.

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