El pasado 17 de julio quedó roto el acuerdo "Granos del Mar Muerto" que puede acarrear graves consecuencias para el derecho a la alimentación de la población más vulnerable de los países de África, Europa y Oriente Medio.
Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, su armada bloqueó los puertos ucranianos en el Mar Negro. Al ser uno de los principales operadores de cereales en el mercado internacional, esto supuso un aumento del precio de los alimentos en muchos países de Europa y una fuerte hambruna en África.
El 13 de julio de 2022 se firmó un acuerdo en Estambul: “Granos del Mar Negro” con la intermediación de Turquía y la ONU para posibilitar la exportación de cereales desde tres puertos ucranianos del Mar Negro (entre ellos Odessa).
De esta manera se garantizaba la seguridad y el paso de buques de carga a lo largo de un corredor de 310 millas náuticas de largo y tres millas náuticas de ancho, hacia y desde los tres puertos ucranianos. El arreglo también permitía a la armada rusa inspeccionar los barcos que entraban en el Mar Negro vía el Bósforo o estrecho de Estambul, para asegurarse de que no transportaban armas.
El acuerdo fue renovado desde entonces en un par de ocasiones. Pero el pasado 17 de julio, Rusia declaró que dejaba de suscribirlo hasta que no se aceptaran sus condiciones.
Rusia exige que se cumplan sus demandas
Al negociar el acuerdo, la ONU le prometió a Rusia que ayudaría a que el país euroasiático aumentara sus propias exportaciones de granos y fertilizantes. Occidente no ha impuesto sanciones a los productos agrícolas rusos, pero Moscú alega que otras sanciones han disuadido a empresas navieras, bancos internacionales y aseguradoras de negociar con sus productores.
Para volver a activar el acuerdo Rusia exige las siguientes demandas:
- Reconexión del Banco Agrícola Ruso (Rosseljozbank) al sistema SWIFT de pagos interbancarios
- Levantamiento de las sanciones a los repuestos de maquinaria agrícola
- Desbloqueo de la logística y de los seguros de transporte
- Descongelación de activos
- Reanudación de la tubería de amoníaco “Togliatti-Odessa” que dejó de estar operativa por una explosión el pasado 5 junio
En estos momentos la situación es delicada, más aún tras advertir el Ministerio de Defensa ruso que los barcos de cereal que transiten por la zona del Mar Negro con destino a puertos ucranianos pasan a ser considerados objetivo militar. Al día siguiente, Ucrania hizo una advertencia similar.
¿Cómo afecta la ruptura en España?
En España la suspensión del acuerdo supone perder a uno de los principales abastecedores de cereales (maíz, trigo, cebada) y girasol (además de sus derivados) en la primera parte del año. Justo cuando la cosecha española es la más baja desde hace más de 30 años, con apenas 10 millones de toneladas. Se estima que, para atender la demanda interna de consumo, sobre todo de alimentación animal, será necesario importar entre 24 y 26 millones de toneladas.
Según datos de la ONU, de todos los productos alimenticios que Ucrania exportó el año pasado bajo el acuerdo:
- El 47% fue a "países de altos ingresos", incluidos España, Italia y los Países Bajos.
- El 26% fue a "países de ingresos medios altos" como Turquía y China.
- El 27% acabó en "países de ingresos bajos y medianos bajos", como Egipto, Kenia y Sudán.
Peligra el derecho a la alimentación
A lo largo de los meses que ha estado vigente el acuerdo, Ucrania envió como ayuda humanitaria 625.000 toneladas de alimentos a Afganistán, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Yemen. Y más de la mitad de los cereales comprados por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU en 2022 procedieron de Ucrania.
A pesar de que se han identificado medios alternativos para exportar granos, incluso a través de sus puertos en el río Danubio, estos son menos eficientes, por lo que se reducirá la cantidad de granos que Ucrania puede exportar, aumentando los costos de transporte.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha lamentado la decisión rusa de abandonar los acuerdos del Mar Negro y ha asegurado que "cientos de millones de personas se enfrentan al hambre y los consumidores a una crisis global del coste de la vida”.
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