El 70% de la superficie del planeta está cubierta de agua, sin embargo solo cerca del 3% es agua dulce y tan solo un 1% está disponible para nuestro uso, utilizándose más de dos tercios en la agricultura. El resto se ocupa en la industria y en el abastecimiento de la población.
Las noticias no son nada positivas: en los últimos veinte años la cantidad de agua dulce disponible por persona y año ha descendido más de un 20%. La escasez de agua, el desequilibrio entre el suministro y la demanda de agua dulce y los problemas de calidad del agua amenazan cada vez más la seguridad alimentaria y la nutrición a causa de su repercusión en los sistemas alimentarios, desde la producción agrícola, pasando por la elaboración de alimentos, hasta los hogares y los consumidores. Esta tendencia afecta de forma intensa a la agricultura:
- Más del 60% de las tierras de cultivo bajo riego están sometidas a un gran estrés hídrico.
- Alrededor del 11% de las tierras de cultivo y el 14% de las tierras de pastoreo del mundo sufren sequías recurrentes.
- 3.200 millones de personas viven en zonas agrícolas donde el déficit hídrico o la escasez de agua son elevados o muy elevados.
Se calcula que el 41% del uso actual de agua para riego en todo el mundo se produce en detrimento de las necesidades de caudal ambiental para sustentar las funciones de los ecosistemas. Además, el cambio climático agravará el problema al aumentar el estrés hídrico y las sequías recurrentes, lo que supondrá un estrés adicional para los sistemas agrícolas que ya tienen que satisfacer una demanda en aumento debido al crecimiento demográfico y los cambios en la alimentación.
Contaminación de aguas
Junto a ello, hay un gran problema de contaminación de las aguas. Los contaminantes derivados de la agricultura (sistemas de cultivo, ganadería y acuicultura) pueden llegar a los recursos hídricos por infiltración o por escorrentía.
Los principales contribuyentes agrícolas a la contaminación del agua son los fertilizantes, plaguicidas, sales, sedimentos, carbono orgánico, patógenos, metales pesados y residuos de medicamentos. Más de 100 países poseen suelos contaminados por sales, y se calcula que a escala mundial ocupan 1.000 millones de hectáreas.
Además, los vertidos de aguas residuales también pueden producir contaminación de caudales de agua. A nivel mundial, alrededor del 80% de las aguas residuales se libera sin un tratamiento adecuado.
Agua, elemento clave para la seguridad alimentaria y la nutrición
Disponer de agua en cantidad y de calidad adecuadas es indispensable para la producción agrícola, así como para la preparación y elaboración de los alimentos.
La gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos constituye un elemento fundamental de los sistemas alimentarios sostenibles. Mejorar la sostenibilidad del uso del agua en la agricultura implicará garantizar la satisfacción de las necesidades de caudal ambiental para sustentar las funciones de los ecosistemas, que a menudo no se tienen en cuenta. Y para ello será necesario reducir las extracciones y mejorar la eficiencia del uso del agua en las cuencas hidrográficas en las que no esté asegurada la satisfacción de las necesidades de caudal ambiental.
Debemos mejorar los hábitos de consumo y la eficiencia en el uso del agua en la agricultura para avanzar hacia sistemas alimentarios sostenibles. Las prácticas innovadoras del agua deberían tener como objetivo:
- Reducir el consumo de agua en la agricultura a fin de incrementar el agua disponible para otros usos.
- Hacer un uso más productivo del agua de riego puede dar lugar a más cultivos con menos agua.
- Mejorar la resiliencia de los sistemas de producción frente al déficit hídrico.
Mejores prácticas agronómicas
La gestión de los recursos hídricos debería combinarse con mejores prácticas agronómicas. La construcción de bancales, la agroforestería, el cultivo en curvas de nivel y la agricultura de conservación pueden modificar y mejorar el contenido de agua en el suelo a fin de retener la humedad y prevenir la erosión. La cobertura del suelo con materia orgánica —una capa de residuos vegetales o de otros materiales orgánicos esparcida de manera natural o artificial sobre la superficie del suelo— también puede reducir al mínimo la evaporación.
El uso eficiente del agua, un uso reducido de pesticidas y una mejora de la salud del suelo pueden conducir a un aumento medio del rendimiento de los cultivos de hasta el 79%
Alimentación más consciente
Pero también es muy importante el compromiso desde el lado del consumo. Cada tipo de alimento tiene un consumo de agua asociado a su producción. Una alimentación que tenga en cuenta consideraciones de sostenibilidad puede reducir el consumo de agua asociado, por ejemplo, moderando el consumo de carne.
También la reducción del desperdicio alimentario llevará implícita una reducción del agua innecesariamente consumida en la agricultura, ya que se estima que más del 20% del agua destinada a riego se utiliza para producir alimentos que finalmente son desperdiciados.
Conjugando medidas desde la producción y desde el consumo de alimentos, podemos conseguir avances importantes en la buena gestión del agua.
Foto de Steve Harvey en Unsplash