El momento elegido por Rusia para invadir Ucrania no es casual; se trata de una situación en la que las cadenas globales de suministro alimentario estaban ya muy tensionadas por el impacto de la pandemia y se habían producido importantes subidas de precios de los alimentos básicos.
Esto es lo que explica el boletín “Geopolítica agroalimentaria” de la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación, de la Representación Permanente de España en Ginebra, donde se profundiza en las relaciones entre guerra, comercio y sistema alimentario.
Por qué la coyuntura es problemática para el sistema alimentario
Ambos países: Rusia y Ucrania suponen el 40% de las exportaciones del gas mundial, el 30% de los fertilizantes, el 30% de las exportaciones de trigo, el 50% de las de aceite de girasol o el 23% de las de cebada mundial. Por todo ello, la mezcla entre una coyuntura alimentaria compleja, con motivo de la pandemia, junto a la situación provocada por la invasión, suponen una combinación muy peligrosa para la economía mundial que va a afectar sobre todo a la población más vulnerable del planeta.
Hasta 47 países tienen una dependencia mayor del 30% de las importaciones de trigo proveniente de Ucrania y Rusia; y de ellos, 27 tienen una dependencia mayor del 50%, entre los que están Eritrea, Somalia, Armenia, Georgia, Líbano, Egipto, Congo, Tanzania, Ruanda, Namibia, Senegal o Mauritania. Algunos, como Benin, tienen una dependencia total de las importaciones de trigo de Ucrania y Rusia. Esos 47 países, en conjunto, representan una población de más de 1.300 millones de habitantes.