Según nos explica el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, los sistemas alimentarios engloban dentro de sí todos los recursos, todos los actores, todos los procesos y todas las actividades relacionados con la producción, la elaboración, la distribución, la preparación y el consumo de alimentos; así como los resultados sociales, económicos y ambientales de esos procesos y actividades.
El objetivo fundamental de un sistema alimentario debe ser garantizar que todas las personas tengan acceso a una alimentación adecuada y suficiente. Los datos dicen que, a nivel mundial, los sistemas alimentarios no están cumpliendo este objetivo: más de 800 millones de personas en situación de hambre, unos 2.000 millones con carencias de micronutrientes y otros 2.000 millones con sobrepeso y obesidad. Esto es insostenible.
Pero, además de no garantizar la alimentación, los sistemas alimentarios tienen impactos ambientales muy negativos. Son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyen a la pérdida de biodiversidad, a la degradación de los suelos, al agotamiento de recursos hídricos, o a la sobreexplotación de los bancos de peces, entre otros.
Si no se producen cambios profundos en la forma en que producimos y consumimos alimentos, la agenda global de sostenibilidad que tiene sobre la mesa la comunidad internacional con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no será viable.
Naciones Unidas lo ha visto claro. El Secretario General convocó en 2019 una Cumbre sobre sistemas alimentarios que se celebrará el próximo 23 de septiembre y que ha tenido un proceso preparatorio largo y complejo. Desde algunas posiciones se están intentando defender ajustes y transformaciones moderadas de los sistemas alimentarios, mientras desde otras se insiste en la necesidad de cambios muy profundos.
El relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación ha alertado de que se necesita analizar las causas profundas que nos han llevado a esta situación y las responsabilidades de los diferentes actores de la cadena alimentaria para poder buscar soluciones serias. Y esto requiere una participación amplia y real de todas las partes, sin embargo, desde su punto de vista esto no se está produciendo.
Enraíza Derechos, como organización que forma parte del equipo de coordinación del Observatorio del Derecho a la Alimentación de España, ha contribuido al posicionamiento sobre la orientación que debe guiar este proceso. Los sistemas alimentarios deben cumplir con los objetivos de la Agenda 2030; garantizar el derecho a la alimentación adecuada de todas las personas y el acceso a dietas sostenibles, entendidas éstas como dietas que contribuyen a la seguridad alimentaria y a la vida sana de las generaciones presentes y futuras; con bajo impacto ambiental; que ayudan a la protección y respeto de la biodiversidad y los ecosistemas; son culturalmente aceptables, económicamente justas, accesibles, asequibles; nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables; respetando la utilización justa de los recursos naturales y humanos; así como revalorizando el trabajo del sector campesino como principal proveedor de alimentos del mundo.
¡Veremos cuáles son los resultados de la Cumbre!
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