Artículo de José María Medina, publicado en el blog de El País: 3500 Millones.
A pesar de producir más alimentos que nunca antes y de que haya productos suficientes para una población muy superior a la actual, todavía hay más de 700 millones de personas que pasan hambre –y la pandemia podría incrementar esta cifra en otros 100 millones–. Hay 2.000 millones que sufren hambre oculta (deficiencias de micronutrientes) y más de 2.000 millones que sufren sobrepeso u obesidad, lo cual contribuye a la creciente incidencia de enfermedades relacionadas con la alimentación.
Pero además, las dietas de mala calidad causan 11 millones de muertes al año, casi 3 veces más de las que ha provocado la COVID-19; y suponen el 20% de la mortalidad prematura por enfermedades en todo el mundo.
El objetivo primordial que deberían tener los sistemas alimentarios no se está cumpliendo: no están consiguiendo alimentar de forma adecuada a la humanidad y no hacen todo lo que deberían hacer para erradicar el hambre y la malnutrición. La vida y la salud de las personas se resienten por causa de una dieta poco saludable, muchas veces porque no tienen acceso a alimentos adecuados. Pero además, estos sistemas están consumiendo muchos recursos e incluso deteriorando las bases productivas. Según la Comisión Europea, el 60% de los principales ecosistemas del mundo que contribuyen a la producción de alimentos, piensos y fibra están ya degradados o se están explotando de manera insostenible.
Muchas personas expertas en la cuestión señalan que se necesitan cambios radicales en los sistemas alimentarios. Si no se revisan a fondo, además de seguir acumulando sufrimiento, podrían poner en peligro la realización de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.